Puntadas sin hilo

Es para partirles la cara

Bueno, no, que nos entrullan. Pero ganas sí que dan. Montoro nos insulta diciendo que los salarios no bajan, crecen moderadamente. Eso. Que se lo pregunten a los trabajadores. Y a los parados, dicho sea de paso. Estos tipos, además de mentirosos compulsivos, nos están llamando a la rebelión, de larga mecha, por desgracia. ¡Ya hace falta rostro para decir eso! Eso, y lo que sea preciso. Justo cuando su jefe Rajoy acaba de decir lo contrario en Japón, donde alardeó de la rebaja. O se va Rajoy o se va Montoro. O sea, no se va ninguno de los dos y siguen con sus afrentas e injurias. Como la gloriosa, antológica y memorable que pronunció Rajoy ayer en el Senado, afirmando, a propósito de Catalunya, que la gente tiene derecho a oír otra verdad distinta a la oficial, como si supiera cual es la verdad oficial para los catalanes en sus ansias de liberación.

La verdad, oficial y no oficial, es que no hay un solo motivo para no romperles la cara. Arrasan con todo. Son los Atilas de la democracia. Lo que nos ocurre a los apolíticos es que somos gilipollas y no sabemos contar a fin de mes si cobramos más o menos o nada, y encima creíamos que la verdad oficial era la verdad. Pues no, no lo es. Esta frase constituye una de las mayores corrupciones del sistema. Todo lo que nos digan ya sabemos que no es cierto. Los apolíticos pensamos que Montoro y Rajoy en lugar de decir tantas bobadas y patrañas deberían dar paso a otras verdades. Por ejemplo, si es verdad o no que los ricos est´n aumentando en número considerable sus sicav o sociedades en las que solo tributan al 1%. Si creen que con el 27% de paro se puede decir que se sale de la recesión (El Nobel Stiglitz acaba de decir que no). Deberían dejar que la gente conozca la verdad de si acepta la Constitución o prefiere que se modifique en puntos importantes. Han hecho de la Constitución un libro inservible. Deberían permitir que la gente conozco la verdad de por qué la Casa Real y la Iglesia Católica quedan excluidas de la Ley de Transparencia (ja, ja, qué risa), conocer por qué designaron y mantienen al nuevo Presidente del Tribunal Constitucional, afiliado al PP, y que inhabilita y empuerca toda la actividad del tribunal. La gente, creemos los apolíticos, tiene derecho a escuchar de la propia boca de Rajoy, si fuera decente, políticamente, la verdad oficiosa de la contabilidad B de su partido y el cobro de sobresueldos y demás cohechos en adjudicaciones de obras.

Digan lo que digan estos dos sujetos y sus compinches, sabemos por fin que hay otra verdad distinta a la suya oficial. Ahora sabemos que sus verdades son falsas. Pero ¿no debería ser la verdad el único patrimonio de los políticos? La única verdad es que estos dos señores no dicen nunca la verdad. Y por eso, aunque lentamente, la mecha sigue ardiendo, creemos los apolíticos.

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