Puntadas sin hilo

¿Y cómo es España ahora?

Moralmente zarrapastrosa, sería, creo, una buena definición. Un país moralmente zarrapastroso.

Un país en el que la imagen del príncipe Felipe saludando muy serio y marcial en el desfile de la Hispanidad, con su esposa Letizia al lado y con cara de hacer lo que sea menester para asegurar el cargo, produce hilaridad. Como si estuviera jugando a ser rey. Un teniente coronel, como ha señalado un periódico, presidiendo un desfile en el que participaban generales. Y más hilaridad aún con el brindis en palacio, con la Reina y la infanta Elena de babas caídas por lo listo y lo bien que había leído la chuletilla para desearnos que era un buen día para resaltar y defender ‘lo que nos une’. ¿Ah, pero a los españoles en verdad nos une algo? ¿O son dos bloques enfrentados, uno compacto y otro disperso?

Un país que soporta que el ácrata argentino Papa Francisco eluda, en su mensaje de vídeo para apoyar la beatificación de 522 mártires más celebrada en Tarragona y con asistencia de una muy importante representación del Partido en el Gobierno, pedir perdón a las víctimas por la complicidad de la Iglesia con el franquismo y sin alusión alguna al golpe de Estado que dio lugar a la guerra civil. Un país en el que nadie se atreve a denunciar los Acuerdos con la Santa Sede.

Un país en el que 30.000 personas son la mayoría silenciosa que asistió en Barcelona a la defensa de la unidad de España y contra el independentismo.

Un país en el que nunca más se supo de aquellas tremendas manifestaciones de protesta que se anunciaban para octubre en el otoño caliente.

Un país en el que ningún partido propugna la supresión de las sicav, pese a que en los tres últimos meses se han constituido cien nuevas sicav, esas sociedades en la que se tributa al 1% y en las que se refugian las grandes fortunas. Una de las primeras medidas que debería tomar un gobierno progresista y decente. Y que si se dice que si no se les permite ese truco legal, se van y se llevan el dinero fuera de España. Pues que se lo lleven. Ya volverán. Y además, ¿a dónde se irán que paguen eso entre países que no sean paraísos fiscales sino normales? Una de tantas trampas permitidas por el PP y en su día por el PSOE, que fue, me parece, quien las autorizó. ¿O fue Aznar y el PSOE las mantuvo?

Un país en el que no existe derecha extrema, como en otros países europeos y en alza, porque está integrada en el PP, salvo pequeños islotes autónomos.

Un país de EREs, y altos pícaros en las finanzas.

Un país con 47 millones de jueces.

Un país en el que no es probable que los sindicatos recuperen su prestigio perdido, lo cual es necesario pero difícil.

Un país, como ha recordado la ex directora de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, frente a cualquier problema como solución se endurece el Código Penal a pesar de tener una de las tasas mayores de encarcelamiento de Europa, en el que estamos lejos de que la justicia sea igual para todos, y en el que los presos pobres y marginales son abrumadoramente mayoritarios.

Un país sin piedad, basto, atrabiliario, inculto y moralmente zarrapastroso. Un país anclado en la resignación.

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