Puntadas sin hilo

Esta catástrofe de justicia

Por no emplear una expresión más grosera.

La Audiencia Provincial de Palma retrasa el ingreso en prisión de Jaume Matas mientras el Gobierno tramita el indulto. O sea ‘in aeternum’, porque el Gobierno no tiene plazo para decidir.

¿Pero no será posible que consigamos una justicia mínimamente coherente? Nunca más diré que los tribunales tienen razón cuando el Gobierno conceda indultos en contra del criterio de esos tribunales. ¿Qué razones existen para posponer el ingreso en prisión de Matas y no el de tantos otros delincuentes, como Ortega Cano o el presidente del Sevilla C.F. José María del Nido? O de los no famosos. La Audiencia alega razones de humanidad. ¿Pero qué humanidad ni niño muerto si este señor tiene todavía 19 juicios pendientes?

Los jueces son unos señores a los que, tras duras oposiciones o larga y reconocida profesión de prestigio, designamos para que administren justicia, pero que luego hacen lo que les da la gana, amparándose en la inexactitud de las leyes. Ésa es la realidad. Los ciudadanos se desmoralizan al conocer una multitud de de decisiones arbitrarias e incomprensibles, cuando además el Jefe del Estado les dice que la justicia debe ser igual para todos. No creer en la justicia, desconfiar constantemente de ella, ponerla en cuestión todos los días, con complicidades ocultas o manifiestas con los otros poderes del Estado, constituye una verdadera catástrofe para un sistema democrático, equiparable al desencanto y desafección que los ciudadanos sienten por los desmanes e irregularidades de esos poderes.

Un juez te puede meter en la cárcel, o arruinarte, o privarte de tus derechos laborales y de todo tipo. Por eso deberían ser cuidadosos y no fomentar desconciertos y, paradójicamente, injusticias. No se puede herir constantemente al pueblo. El descrédito de la justicia es una enfermedad de difícil curación. Un azar, una lotería, una fábrica de sospechas, unos intereses creados o por crear. Sí, yo, humildemente, he defendido muchísimo a la justicia. Pero hemos llegado a un tope insoportable. ¿Cómo se recompone esto, quién tiene apetencia cierta de ello? Todo es un caos en la percepción judicial de los ciudadanos. Ahora mismo, ¿cómo creer que la infanta Cristina será finalmente enjuiciada y justamente juzgada y, si procediera, irremisiblemente encarcelada y no indultada? ¿Quién confía en que los papeles de Bárcenas sobre la contabilidad b del PP con sus sobresueldos correspondientes o los ERE andaluces y desmanes de la Junta y UGT tendrán justa y no digamos rápida solución? Y tantas y tantas otras cosas. Prácticamente todas. La justicia del fuerte y la del débil, la del rico y poderoso y la del pelanas. Todo es un desánimo, un esperpento. ¿Quién confía en el Tribunal Supremo y sus vaivenes, quién se fía del Tribunal Constitucional, qué garantías de legalidad y de recta interpretación de la Constitución tenemos? El sentimiento de injusticia está muy clavado en el alma de los españoles, ¿cómo no creer que las leyes y sus maquinarias son un premeditado sistema de opresión? No se trata de que la justicia sea perfecta, que nunca podrá serlo; se trata de que simplemente sea aceptable y no una catástrofe y un escándalo continuo.

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Gota FUTBOLÍSTICA: El PNV afirma que la Selección española de fútbol no debe jugar en San Mamés si no es como visitante, igual que podría ser la brasileña, la italiana o la de Cabo Verde.

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Gota INDEPENDENTISTA: La Comisión Europea comunica a Artur Mas que la secesión de Catalunya supondría su apartamiento de la Unión Europea. Ahora es el momento de comprobar si los deseos de independencia están por encima de los quebrantos económicos.

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Gota ABORTO: Rajoy dice que la ley Gallardón sobre el aborto es ¡equilibrada! y niega libertad de voto a sus diputados. Prueba de que no está muy seguro de que la ley se aprobaría si concediera esa libertad. ¿Debe un diputado votar lo que le dice su partido o lo que le dicte su conciencia y su moral?

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Gota INFANTA: Para defender la no imputación de la Infanta, la derecha monárquica sostiene que si el juez Castro estima que los informes de Hacienda son falsos debe querellarse contra Hacienda. Olvidan, voluntariamente o por ignorancia, que el juez Castro es solo el instructor de la causa, y que debe ser en el juicio oral donde se pruebe o no la falsedad de esos documentos, y debe ser el tribunal juzgador, en el que no puede estar el juez Castro, quien decida si son falsos o no, y si, en su caso, deduce testimonio contra Hacienda.

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