Puntadas sin hilo

Vacas gordas y violencia

Uno de los problemas más graves de España, si no el que más, estriba en que absolutamente todas las leyes están diseñadas para proteger a los poderosos y perjudicar a los llamémosles ciudadanos normales. Da igual que sea una ley hipotecaria, una reforma laboral, las normas procesales para no enjuiciar a una Infanta o las medidas de austeridad para paliar una crisis.

Ahora, el capitalismo entiende que es ya el momento de, una vez obtenidos en esta oleada los réditos buscados, conceder una tregua por el tiempo que ellos estimen, y anunciar a plena trompetería que tendremos siete años de bonanza en una época de vacas gordas, como ha señalado la presidenta del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, aunque para España el Eurogrupo aún pide más reformas e insiste en requerir más flexibilidad y simplificación laboral. Lo malo de las vacas es que son gordas para unos pocos y flacas para los demás. Las clases medias, y no digamos las bajas, han sido vapuleadas hasta doblarles el espinazo. Tengo una amiga médica que ha visto reducido su salario y complementos en un 40% desde el comienzo de la crisis.

Por eso no es de sorprender que la pregunta o afirmación más repetida, en este blog y fuera, sea si toda violencia es igual y, como plantea el lector zizero, "¿qué es más violento: quemar un contenedor o echar de una vivienda a unos padres con hijos que además no tienen más ingresos que los que les otorga la caridad de la sociedad, o despedir a miles de personas de sus puestos de trabajo sin darles ninguna alternativa para que puedan planificar sus vidas?" La respuesta es sencilla: muchísimo más violento, moral y materialmente, lo segundo y tercero que la quema de un contenedor. Pero también es sencilla la explicación: a esos depredadores de la justicia social les protegen las leyes, la legalidad, que ellos mismos han pergeñado a través de sus testaferros políticos. Es necesario, pues, cambiar las leyes; no hay otra. Y solo se pueden cambiar con la protesta continua y - vergüenza me da repetirlo una vez más - con el voto. Debemos dar el voto a quien prometa cambiar las leyes, clarito y sin enrollarse, y concretando qué leyes. Solo esa violencia está a nuestro alcance. Es la única manera de que las vacas flacas engorden y las gordas adelgacen. No nos llevarán al matadero si lo votamos. Es la violencia más demoledora, convertir las urnas en contenedores. Un nuevo mundo, o al menos un mundo menos agresor, es posible porque otra legalidad también lo es. Tendrán que emplear la fuerza para impedirlo, pero nosotros estaremos legitimados; no siempre se pierden las guerras civiles. Ése es el asalto al cuartel de invierno del capitalismo, las vacas gordas y la violencia del poderoso. Lo demás son bla-bla-blas, quejas de justicia perdidas, y vergonzantes autosatisfacciones.

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Gota CULEBRÓN INFANTA: No tenía obligación de hacerlo, pero el juez ha accedido a que los inspectores de Hacienda y los policías que exculparon a la Infanta acudan a declarar antes que la imputada. Prueba de su buen quehacer judicial y ánimo de esclarecimiento y confirmación de los hechos. Estará bien ver el strip-tease fiscal de la Infanta, sin que la stripteuse esté presente, y los ciudadanos conozcamos sus habilidades, que, si no punición penal, debieran conllevar al menos sanción administrativa y repulsa social generalizada. ¿O no? ¿Por qué a ustedes no les cruje Hacienda en cuanto olvidan cien euros? ¿Retirará posteriormente el juez la imputación, ganando el fiscal por KO? ¿O será la Sala de Apelación la que lo haga? Próximamente en el siguiente capítulo, no dejen de leerlo. Las apuestas van 10 a 1 a que no se celebrará el juicio. El escándalo está servido.

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