Resulta patético especular cada mes o cada trimestre sobre si el paro ha subido o ha bajado. Cada cual lo cuenta a su conveniencia en el mar de confusión de las cifras: "El paro registra su primer descenso anual desde que comenzó la crisis.", pero "El paro destruye empleo por sexto año consecutivo y llega al 26,3%", nos dicen. Aunque también nos dicen a modo de resumen que hay "622.700 parados más desde que Rajoy gobierna", que eso sí que está claro.

Igual de claro que la afirmación del Comisario europeo de Asuntos Económicos de que "llevará 10 años arreglar la crisis española." Juzguen ustedes. Desde luego yo no conozco a nadie a quien le vaya mejor que hace un año, ni que dos, ni que tres, no sé ustedes.

La tercera cosa que está clara es el fracaso del Gobierno y de todas las fuerzas políticas para solucionar la más grave y lacerante cuestión de nuestra convivencia. Un 26,3% de paro es insoportable y fuente de desencantos y desesperaciones. Resulta grotesco perder el tiempo en otros asuntos, sean abortos, independentismos, paseíllos de infantas o reformas laborales socialmente delictivas.

No hay cuestión más acuciante. ¿Cómo se arregla? Porque es evidente que los años de poco paro se debieron al brutal auge de la construcción, ya reventado y aniquilado. No bastarán las chapuzas de empleos basura y de cortísimo tiempo. ¿No son capaces los partidos políticos de abandonar sus otras tareas y unirse para idear conjuntamente una solución idónea y coherente? Porque la gente no puede esperar diez años para encontrar un trabajo, si es que lo encuentra. ¿Cómo lo han conseguido otros países? ¿No podemos imitarlos? Lo que sea, todo menos lamento y falsa esperanza mensual o trimestral. Lo grave no es la cifra, siéndolo; lo grave es la causa, y lo políticamente correcto y sensato, abordarla. Una vez más hay que decir que no podemos seguir siendo un país de camareros y albañiles. ¿Cómo va a disminuir el paro si continuamos con las mismas recetas? Es preciso crear, abrirse a nuevos tipos de actividad y trabajo, con los presupuestos adecuados y una planificación, seria, urgentísima y no de remiendos.

Entre triunfante y fracasado, el Gobierno salta hoy el obstáculo de los datos, y se olvida hasta el mes o trimestre siguiente, dejándolo arrumbados en la práctica. Es una indecencia decir que se ha salido de la crisis y que lo ocurrido son bases necesarias. Eso constituye el mayor miserabilismo político imaginable. Insisto: ¿No es posible, necesario y exigible, en vez de pelearse, un gran pacto nacional por el empleo y las soluciones políticas correspondientes? Si quieren, pueden. Pero no quieren. Por eso nos parecen indignos. Que fichen a figuras extranjeras si no son capaces, a quien sea, como en el fútbol fichando a entrenadores y jugadores de reconocido nivel mundial, ¿por qué se puede contratar a Ronaldo o a Messi y no a un superclase de la economía mundial? Pero que no nos hagan soportar esta burla y este dolor. Son crueles, insensibles, por mucho que digan lo contrario, son unos granujas de la política. ¿Está preparada Fátima Báñez para arreglar ella sola esta catástrofe del paro?