Puntadas sin hilo

Las leves penas para los ejecutivos bancarios

Dentro de la tónica general de impunidad reinante, una de las cuestiones, creo yo, que más decepciona a los ciudadanos honrados es primero la levedad de las penas contra los delincuentes financieros y ejecutivos bancarios, y segundo el convencimiento de que ni siquiera cumplirán esas penas entrando en prisión y devolviendo lo afanado con sus correspondientes intereses y multas. Les suelen pedir cuatro o cinco años de condena que luego generalmente en las sentencias se reducen a dos, con la consabida práctica de que con esa pena no se entra en la cárcel. Tú robas en un piso y te pasas unos cuantos años encerrado y desde el mismo momento del robo del latrocinio descubierto. Tú robas millones en un banco o en una caja engañando a clientes o cobrando dietas enriquecedoras o concediéndote autocréditos jugosos con artilugios y fraudes contables y no entras ni devuelves lo que te llevaste. Incluso sigues siendo un ciudadano honorable ante tu familia y amistades y te paseas con la cabeza en alto por la avenida de tu ciudad. Y por supuesto mantienes tu prejubilación o plan de pensiones multimillonarias.

El poder legislativo, es decir, el Parlamento a través del Gobierno, no tiene el menor interés en endurecer las penas para este tipo de delitos. Y es normal: al fin y al cabo defienden a los suyos. Porque un directivo de una caja es un rico y uno de los suyos. ¿Cuántos directivos de Cajas están prisión, cuántos rateros de domicilios a los que además les pueden pegar un tiro con una recortada? Sí, hay una justicia de clase, que es preciso cambiar. No digo que se equiparen a los delitos de sangre, pero sí a los de la inmensa mayoría de los muchísimos presos españoles existentes con récord europeo. Si el poder político es incapaz de eliminar la corrupción, al menos debería tener la decencia de agravar los castigos. No por venganza, sino por equidad. El ingente número de españoles apaleados por las circunstancias laborales y de todo tipo, que son como una masa clamando en el infierno de la angustia y la desesperación, no merece que quienes causaron su desgracia se libren de toda sanción efectiva.

Todo está al revés en el mundo de la justicia. En todos los órdenes. Si Botín, Florentino Pérez, Villar Mir, Del Rivero, José Manuel Lara y demás capitostes de la riqueza llegaran huidos, hambrientos y a nado a las costas de un imaginario país muriendo quince de ellos, y las fuerzas de seguridad de ese país los recibieran a tiros aun de fogueo y les impidieran entrar, ¿qué les ocurriría al ministro correspondiente y a los mandos de esas fuerzas? Presidentes de equipos de fútbol, cientos de alcaldes y ediles, poderosos empresarios, ejecutivos bancarios, bancos buenos bancos malos, cajas buenas cajas malas, organismos autonómicos corruptos, una epidemia incontrolada, la ingeniería delictiva no castigada. Tienen a favor toda la estructura económica, política y social del país, y aún les parece poco; necesitan delinquir para llevarse más sin que les pase nada. Si, España: los de arriba y los de abajo.

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