Puntadas sin hilo

Si el muerto levantara la cabeza

Los funerales de un señor no pueden detener la vida de todo un pueblo. No puede ocultar el eco de la manifestación más reivindicativa habida. No puede ignorar la barbarie de una violenta lucha callejera, es necesario aclararlo sin pérdida de tiempo. No puede retrotraernos al pasado para contemplarnos en él hasta la saciedad. Como ha dicho un lector, durante varios días no todo puede ser Cuéntame. Los políticos no pueden refugiarse en el ejemplo del muerto sin hacer propósito de la enmienda veraz. Ser bien nacidos y agradecidos no puede llevar a la matraca informativa. El muerto muerto está y los vivos piden comer y dignidad. El escapismo político y mediático es una coartada indecente. La injusticia permanece, la lucha no debe menguar. El acoso y crítica al Gobierno no debe remitir ni un instante. La troika sigue siendo la troika, los banqueros siguen siendo banqueros, y los corruptos, corruptos. Loor al muerto y ya está. Una vez y no más. No terminemos de él hasta el cansancio. Su muerte no puede ser una tregua. Si acaso un acicate. El Congreso de los Diputados no puede transformarse en una cámara mortuoria. Ni la catedral de La Almudena en la representación oficial de la España aconfesional. La política es algo más que un partido de fútbol, por muy clásico que sea y muchos penaltis que se piten. El hambre, la desventura, no pueden esperar ni un solo día. Aunque el cadáver esté aún caliente. La conciencia ciudadana no debe bajar su presión. España no puede convertirse en un Auto Sacramental, en un Festival de la muerte. El luto es uso del pasado. La tristeza no puede durar más de un día. El muerto ya es el pasado. El presente necesita remozarse. Nuevas propuestas y nuevos conductores. Los actuales están más que muertos: están inactivos, inanes, incapacitados. Al término de las exequias deberían anunciar reformas sustanciales, antes de que el pueblo los repudie definitivamente, antes de que los abandonen asqueados. Pero no; todo seguirá igual, el muerto al hoyo y el político al bollo de la vanidad y la incorrecta gestión. Las instituciones permanecerán, la Corona seguirá llorando, la sociedad acrecentará su desigualdad. El funeral de este muerto no habrá servido para nada. El show ha terminado, la conjura de los necios trataré de perpetuarse, el rencor social irá en aumento, España seguirá siendo una lacerante incógnita, si el muerto levantara la cabeza se avergonzaría, instaría una nueva Constitución y convocaría elecciones generales inmediatamente ante tanto honor y tanto deshonor. Ha preferido irse de parranda.

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