Puntadas sin hilo

Sí, la misma mierda son

Todo empezó con Juan Guerra y el nepotismo de nuevos ricos con mando en plaza. Luego se fueron descubriendo crímenes de Estado, seguramente herederos de otros, y las corrupciones generalizadas, hasta llegar al Director General de la Guardia Civil que incluso arrampló con los fondos del Patronato de huérfanos. España había progresado de modo sobresaliente en todo campo, pero esos avances quedaron anegados por las insoportables deficiencias éticas, políticas y morales. A ello se unió un ciclo de crisis económica, en este caso solo nacional.

Apareció la derecha, y desde su óptica regeneró el país y solventó la crisis impulsando la locura inmobiliaria y el todo vale municipal. ¿Quién no se compró un pequeño apartamento en la costa por el que en menos de un año ya te ofrecían casi el doble? Los ciudadanos estaban más o menos contentos. ETA había sido una constante de dolor y miedo, y aún lo era. Pero un espantoso atentado que se le atribuyó falsa e interesadamente le hizo perder las elecciones a la renacida derecha, que dejó hipotecas ocultas, tal que el déficit eléctrico.

Retornaron los socialistas, que ahora ya eran solo socialdemócratas, con el hombre que ingenuamente creyó en la amabilidad para arreglarlo todo en un país tan bronco. Desarrolló derechos y amplió libertades, pero cometió tres errores: dar alas al independentismo catalán con su promesa de aceptar lo que decidirán a cambio de que le votaran; contemporizar con la Iglesia Católica y reafirmarla en sus privilegios de educación y financiación; no coger por los cuernos la fortísima crisis mundial sobrevenida y no someter remedios a la consideración de los ciudadanos en referéndum. Perdió las elecciones y dejó al país en situación apurada.

Y llegó el portador de mentiras. Arreglarían España. Los habitantes enloquecidos le votaron en masa. Y a fe que la arreglaron. Para sus intereses, claro. Cuando Europa se recuperó, nosotros también. Con media España herida de pobreza y aprieto. Retrocedieron las libertades, y España se resignó. Y en ésas estamos.

Las izquierdas puras fueron y continúan siendo implacables. De ellos es el reino de los cielos y la felicidad social. Cubrieron el nuevo comunismo con papel de celofán. A ostia limpie están. Garantizan el futuro, aunque los ciudadanos con comulguen con ellos. Pero son el tubo de escape a la esperanza y una cierta justicia, dentro, claro, del sistema.

Los nacionalismos se exacerban, suturas que presagian durísimas fricciones.

Los anarquistas libertarios y abstencionistas contemplan el espectáculo desde su inútil y lejana galaxia, ellos, los poseedores de la verdad, 41 partidos para unas elecciones a Europa y no les sirve ninguna, ellos en su mundo perfecto e imaginario, sin responsabilidades ni comecocos, a la espera del Anticristo libertario, mejor un 50% de abstención, señal de la victoria, que no se sabe en qué consiste.

Sí, la misma mierda son. Todos. O todos o ninguno. España es un debate entre lo que debería ser y lo que es. Una partida de dados marcados. Seamos honrados y hagamos balance. Porque ¿y nosotros, acaso no somos nosotros, como ciudadanos, la misma mierda, jueces supremos e imparciales de nuestros desencuentros, esperando sin compromiso alguno a que nos lo den todo hecho?

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Gota PROTESTA: Amnistía Internacional denuncia que ‘en España el derecho a protestar está amenazado’. ¿Será verdad? ¿Quién tiene más crédito, Amnistía Internacional o el Gobierno?

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Gota DEMOCRÁTICA: La democracia, y mucho menos un señor como Rajoy, no pueden tener secuestrado el voto de los españoles en asunto alguno. Por ello lo democrático, y tal vez la solución, sería que todos los españoles pudieran votar sobre si se debe permitir a los catalanes que voten sobre su destino.

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