Puntadas sin hilo

España y el ébola

¿Cómo hablar del atraco de las tarjetas de Caja Madrid y Bankia o de la incógnita de Catalunya cuando el principio de la posible peste moderna llamada ébola ha aparecido en España?

Lo peor que pudiera pasar, aparte de que la enferma fallezca, son dos cosas: 1. Que circulasen rumores o afirmaciones sin contrastar, tales como que las vestimentas empleadas no aislaban con garantías, que la enferma no había sido atendida eficazmente la primera vez que acudió al hospital, sentenciar que fue una temeridad repatriar desde África a los dos misioneros infectados, sin pensar que si no se hubieran repatriado los improperios y descalificaciones hubieran sido de clamor, que ya existe un segundo caso, o simplemente que esto ha ocurrido por la absoluta incompetencia de la persona al frente del Ministerio de Sanidad. Seamos serios y coherentes: esto habría ocurrido con cualquier otro partido, incluido Podemos, en el gobierno.

Y 2. Que el Gobierno ocultase información y no llevase a término una exhaustiva investigación sobre causas, negligencias si las hubo y responsabilidades, e intentase que el asunto quedase en nebulosa.

Porque éste es un asunto gravísimo para España. El que más en la actualidad. Por su prestigio internacional y por sus repercusiones económicas, turísticas y comerciales.

Es de esperar que ni los partidos políticos, ni los periodistas, ni la gente en general, desbarren y pregunten, por ejemplo, qué diría y qué campaña haría el partido en el poder si estuviera en la oposición, a juzgar por las lindezas que formularon entonces. Porque el asunto es lo suficientemente grave y preocupante para mantener la cordura cívica y democrática, en algo tan propicio para la demagogia, la frivolidad e intereses espurios.

La realidad es que el miedo se ha instalado entre los españoles, y seguramente entre los europeos que piensen visitarnos, y toda precaución nos parecerá poca, desapareciendo todo atisbo de solidaridad. Es como si la lepra hubiera renacido con fuerza y huyéramos disimuladamente.

No está de más recordar que las muy numerosos invocaciones que se han hecho a tantas vírgenes salvadoras como tenemos no han sido muy eficaces a la hora del remedio sanitario. Es la hora de la racionalidad y no de los fanatismos, como la de aquel médico que libró de la muerte a una enferma y los familiares le daban las gracias a Dios insistentemente, ay, doctor, gracias a Dios se ha salvado, gracias a Dios se ha salvado, hasta que el médico les espetó: si me lo permiten, gracias a Dios y a mí y al equipo que atendió a su familiar.

La ventaja de este enferma reside en que es joven, 44 años, no lleva infectada mucho tiempo, sus dolencias, parece, no están muy extendidas por su organismo, y no padece otras enfermedades. Confiemos. Confiemos, pero exijamos que se investigue a la luz de la ciencia y la verdad. No permitamos, también en esto, una corrupción política más.

Más Noticias