Puede que ya no exista derecha e izquierda; puede que ‘los de arriba’ y ‘los de abajo’ no sea el diferenciador más adecuado; pero lo que aparece irrebatible es que el mundo, España, se divide entre los que quieren cambiar y los que desean que todo permanezca más o menos igual. Hay que elegir entre la novedad y la monotonía. Los españoles, y el ser humano en general, tendemos a ir a cualquier lugar siempre por el mismo camino, por las mismas calles, por los mismos atajos, por el mismo medio de locomoción. Somos víctimas de la costumbre. En nuestra vida particular y en nuestra vida política. Nos asusta el riesgo, la innovación, huimos del nomadismo y nos conformamos con algún viaje esporádico a Egipto o al Caribe y vuelta a casa. Preferimos vivir en lo conocido, aunque nos fatigue. Por eso el PP es mayoritario, por eso el PSOE es una variación sinfónica dentro de la misma partitura, por eso los nacionalismos son incurables, por eso Izquierda Unida se ha anquilosado y se ha incrustado en el sistema sin amenazar conflicto. Y encima, se dice, los españoles somos poco proclives a los extremos. O sea que, en principio, todo aboca a la continuidad de nuestra frustración. Ahora surge, o está a punto de surgir, Podemos, un latigazo que ha sacudido a una parte aún no del todo cuantificada de la población. Sin conocer bien del todo sus postulados, los españoles lo perciben como una posibilidad real de cambio. Incluso de cambio hacia lo que sea, hacia lo desconocido, pero que les basta y estimula. Unos lo ven como un enemigo peligrosísimo y destructivo, otros como el ansia de agitar las aguas y echarse a nadar hacia donde sea, ir al lugar por distinto camino. Una vez más en la historia, lo ortodoxo frente a lo heterodoxo. Siempre ganaron los ortodoxos, pero alguna vez tiene que cambiar nuestro destino. Tal vez Podemos signifique, resucite y aglutine la izquierda, los de abajo o inconformistas, y el cambio. ¿Seremos capaces? En cualquier caso es una batalla apasionante. El pueblo frente a la adversidad, el pueblo frente a la injusticia, el pueblo como catalizador de la historia. Argonautas en círculos, construir ex novo nuestro futuro. No ser más esclavos ni marionetas, ocupar el espacio político de la decencia. Sin revoluciones ni sangre. Con el talento de lo colectivo, ese gran invento para que todo cambie. No hay más; o quiere usted cambiar o no.

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Gota BANKIA: Bankia ha tenido unos beneficios de 696 millones en los nueve primeros meses del año, un 53,9 % más que en el mismo periodo de 2013. ¿A dónde irán esos beneficios?

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Gota QUINO: Resulta grotesco que la Marcha por la Dignidad reclame a Quino que renuncie a su premio, traspase el cordón policial y se una a ellos para reclamar una sociedad más justa. Por favor, tengan la dignidad de dejarlo en paz, su forma de lucha está, estaba porque ya no puede dibujar, en sus viñetas, tiene 82 años, apenas ve por tener glaucoma y se mueve en silla de ruedas.

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Gota ÉBOLA: También resulta grotesco y esperpéntico que el Presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, anuncie que concederá la más alta condecoración de Sanidad a Teresa Romero y al personal que la atendió. Y todo, presumiblemente, para no destituir al nefasto Consejero. Conlleven o no tales medallas algún premio económico, sería maravilloso que todos ellos, incluida la propia Teresa, renunciasen a las medallitas interesadas.

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Gota, AL FIN, A FAVOR DEL PP: Por una vez, Rajoy ha solicitado en Europa algo sensato: Que los libros de texto sean comunes en toda la Unión Europea, incluyendo la historia de Europa sin alteraciones ni falsedades. Aunque respira por la herida catalana, no está mal la propuesta.