Puntadas sin hilo

Ha estallado la guerra

Esto empieza a ponerse emocionante. Tras el obús de la ilegalidad, el Gobierno ha sacado los tanques de la legalidad. La novela político-jurídico-policial en que se ha convertido Catalunya cobra interés para saber si los democráticamente amotinados harán caso o no de lo sentenciado por el Tribunal Constitucional. Han asegurado que no. Si lo hicieran, la novela se acabaría. Si no lo hacen, nuevos capítulos de represalias mantendrán el suspense. Todavía no se sabe quiénes son las víctimas y quiénes los vencedores de esta guerra por el momento sin tiros. Lo que se prevé son nuevas argucias de todo tipo para sortear amenazas. Son hábiles e ingeniosos. En tanto que los del mazo siempre van a remolque y con la única alegación de la legalidad. Pero como dijo hace un mes el más lúcido analista hispano-catalán, Josep Ramoneda, el grave error de Rajoy consiste en que confunde la legalidad con la realidad; cree que lo legal es lo real. Lo mismo que los otros confunden la democracia con la unilateralidad.

¿Meterán en la cárcel, como aperitivo, a los 21 advertidos por el tribunal? Si los meten como medida cautelar, uno a uno o en bloque, la insumisión colectiva estallará y el conflicto se torna peligroso. Si no los meten y todo se pospone a un largo juicio, no harán ni caso y la tensión narrativa se incrementará. No existe posibilidad de reconciliación. Rajoy, convertido en una vedetona, sintiéndose salvador de la patria. Y Mas, que ya no sabe qué otras cosas puede hacer para humillarse para seguir en el cargo, nada menos que de la República Catalana, enloquece de soberbia y pena. Son previsibles unos breves capítulos de transición, con las armas en vela pero quietas paradas, hasta ver qué ocurre en las elecciones generales españolas del próximo 20 de diciembre. Después empezará la verdadera contienda de guerrillas parlamentarias y sobre todo ciudadanas. La novela, coo el mundo, continuará sin que con el año nuevo aún sepamos quién es el ganador. En contra de lo que parece, aquí no hay davices ni goliats en esta lucha en la que a ninguno se les cae de la boca la palabra democracia. Jamás se había visto tamaño abuso y deformación del término. Lo que sí sabemos es que ocurra lo que ocurra, con tregua, paz o victoria, la comprensión y el afecto entre las partes quedará rota por los siglos. Ésa ya es y será la gran derrota.

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