Asuntos & cuestiones

Presunción de latrocinio

Es claro que cada uno entiende la democracia como le da la gana. Por eso, muchos lectores piden respeto cuando se critica a personajes elegidos democráticamente, acusados de robar "presuntamente".

Quiero decir, que cuando un juez pincha un teléfono y un cargo público está pidiendo su parte al constructor, lo único presunto es la cantidad. Que es un "chori" está claro, aunque luego los defectos de forma de la instrucción lo borren todo.

Otras veces se juega a la prescripción y, como en el caso Funeraria, aunque la sentencia recoge muchos delitos, no se toca la propiedad robada a los madrileños por la trama que organizó el entonces alcalde José Máría Álvarez del Manzano.

Estos reos, en el tope de la jeta, salen en los medios afines exigiendo rectificaciones y compensaciones de honor, cuando la sentencia les condena, manipulando la realidad al tratar de convertir la prescripción en inocencia, que ya no es ni presunta: son chorizos.

Lo grande es que su partido les mantiene y les defiende, estoy hablando del Partido Popular. Sus votantes esgrimen como causa absolutoria que consiguen más votos en cada elección: al elegir al delincuente, manifiestan su desprecio por la democracia.

Con ese argumento de que el voto legitima el delito, olvidan, o tal vez ignoran, que la democracia no es un sistema de elección, sino una forma ética de entender la existencia que da el poder a la mayoría a través de las urnas.
La elección deliberada del delincuente no es un acto de convalidación, sino una perversión del sistema que, como otras veces, ha llegado a desaparecer porque han ganado sus enemigos.

Aquí lo vemos en muchos ayuntamientos, en Italia, en la figura de su presidente, convicto y modelo social. Triste y aberrante, espejo de la ética de esa derecha.

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