Asuntos & cuestiones

El líder supremo

Después de escuchar a Aznar en TVE 1 decir que ha vuelto la corrupción, "un problema que había desaparecido", uno busca una soga con la que colgarse. No hay esperanza.

En efecto, el problema adquiere especial gravedad en el Partido Popular, donde afecta al secretario general, presidentes autonómicos, ex ministros, tesorero, concejales de ayuntamientos y a hasta a él mismo, que introdujo en el partido al señor Correa, cuyo sumario tiende al infinito, testigo en la boda de su hija, amigo personal de los contrayentes y actualmente en prisión. Muchas de las fechorías que ahora conocemos ocurrieron cuando Aznar era presidente del Gobierno y no vieron la luz antes porque él mismo cerró la Fiscalía Anticorrupción, dejando el terreno libre a corruptores y corruptos. Es evidente que conoce los hechos y las fechas, razón por la cual uno se maravilla de la cara dura que esgrime el ex presidente al mentir en temas tan vergonzosos como son los hurtos de las arcas públicas, y más en estos tiempos de crisis en los que se quieren recortar los derechos y prestaciones de los más desfavorecidos con la coartada del déficit y se exige un recorte del gasto público. Al ver en la grabación que no titubea al mentir, ni siquiera cuando manifiesta sentirse orgulloso de haber ayudado a derrocar a Sadam Hussein –a pesar de que el magnicidio ilegal ya se ha cobrado casi un millón de víctimas–, uno concluye que carece de sentimiento de culpa raya en la psicopatía. Ya ni siquiera habla para la derecha: ya sólo habla para tontos que, al parecer, son legiones.
Actualmente es presidente de FAES, la fábrica de ideas de donde saldrán los cerebros que regirán nuestro destino. Voy a darme mechas.

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