Asuntos & cuestiones

Hasta en las mejores familias

A don José María Ruiz-Mateos los hijos no le han salido torcidos. Tienen presencia y ayudan a su padre en la difícil tarea de dirigir las empresas. Hablamos de los hijos varones; las hembras, según el patriarca, fueron educadas por la madre para fundar sus familias, cometido que les impide aparecer junto a sus hermanos como generadoras de empleo. A pesar de su lucha contra los despidos y la quiebra, los Ruiz-Mateos no hacen más que acumular deudas con los trabajadores, con los proveedores, con los bancos que les financian, con los inversores y con la Seguridad Social.

En otro tiempo don José María fue expropiado, encarcelado, obtuvo un escaño en el Parlamento Europeo que le blindó de la Justicia y practicó la paradoja de exigir que se le juzgara, al tiempo que dilataba los procesos con todo tipo de artimañas, ausentándose de la citaciones por problemas de salud. Las masas le reivindicaban como víctima de una persecución sectaria y veían en él un salvador de la Patria. Ahora la historia se repite y de nuevo alega problemas de salud cuando es citado a declarar, mientras se muestra flamante en las ruedas de prensa.
Las deudas son de cientos de millones y triplican el patrimonio del grupo. Apela a su fe para no cometer disparates, pero también sería deseable que esa fe, que lleva el certificado del monseñor Escrivá de Balaguer, le impidiera cometer fechorías, porque las investigaciones apuntan a que el parné se ha extraviado por los intrincados vericuetos de la ingeniería contable. Vuelve la España de Machado "de charanga y pandereta, cerrado y sacristía", y con ella el pueblo que entrega, a los de siempre, la llave de la caja grande.

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