Asuntos & cuestiones

El precio de la libertad

Ante la guerra que viene, los periodistas defensores del antiguo régimen están perdidos. Se preguntan: "¿Dónde está fulano?" "¿Por qué no se manifiestan los progres contra la guerra?". No entienden que la gente salga a protestar contra aquello que le indigna cuando y donde le dé la gana. Yo respeto al que quiere salir a la calle tanto como al que se queda en casa. Nunca me pregunté por qué la caverna mediática se ausentaba en las manifestaciones contra la guerra, me parecía que estaba en su sitio cuando alimentaba las coartadas que se vendían para masacrar a un pueblo y robarle así materia prima de primerísima calidad. Ahora los iraquíes tienen que pagar la reconstrucción de su país a los que lo destruyeron. Como dijo el hermano de Bush en su gira por España: "Ustedes no son conscientes del inmenso negocio que hay detrás de todo esto". Sin embargo, no comprendo, ni siquiera desde un sadismo patológico, la euforia festiva del PP ante la aprobación en solitario de aquella masacre en el Congreso.

También se evidencia que la cacería que comenzaron aquellos días contra los artistas de este país, que pasaron a ser titiriteros subvencionados proetarras, no ha terminado. Estos voceros, dignos sucesores de aquel fascismo, quieren dejar claro que el que levante la cabeza pagará por ello hasta el fin de sus días, pero olvidan que el tiempo del miedo ya pasó y que la libertad no es una palabra escrita en la pared, está para usarla y, a veces, nos dedicamos a ello en este pequeño oasis de la Historia que, a su pesar, está durando demasiado.

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