Asuntos & cuestiones

Los que no se cortan

Tiene guasa Fabra cuando afirma: "El aeropuerto es para aviones; las gilipolleces las dicen ustedes". Es un hombre socarrón, que habla claro. Sale así al paso del revuelo mediático que se armó cuando inauguró el aeropuerto de Castellón, que está sin terminar y carece de los permisos pertinentes para su uso. Se hicieron comentarios de todo tipo porque anunció que los ciudadanos podrían aprovechar para deambular por las pistas, en ausencia del tráfico aéreo que tanto perturba el solaz de los paseantes aeroportuarios. Es lógico que un hombre de su talla política y moral ponga los puntos sobre las íes cuando la estupidez colectiva se niega a entender lo evidente y termina colmando la paciencia. Lo que no parece entender este señor es que ese tono jocoso que emplean sus críticos ante un acto público tan ridículo, sólo superado por el no menos honrado Camps, que un día después inauguró una maqueta, está tamizado por la educación elemental. Si a todos nos diera por imitar su actitud, no nos costaría encontrar un adjetivo calificativo para el que justifica ingresos millonarios con el viejo truco del boleto de lotería premiado, tan usado por delincuentes. En mi barrio le llaman "chorizo", "trinca", "rata", "fullero"; la gente bien los llamamos presuntos, no podemos caer en el mismo juego. Eso sí, convendría precisar, para sacarle de su asombro, que los ciudadanos tienden a decir "gilipolleces" cuando les tratan como si fueran "gilipollas", que es lo que hizo el otro día desde su atril de inauguraciones contrarreloj. Dicho todo desde el respeto.

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