Asuntos & cuestiones

La era de los liberales

En tiempos de crisis se exigen reformas laborales, como si los derechos de los trabajadores, que dan algo de estabilidad a los que pretenden vivir de su salario y les permiten hacerse un mínimo proyecto de vida, fuesen la causa de todos los males.

Zaratustra sigue sin hablar, pero ha convocado a los líderes sindicales para anunciarles la urgente necesidad de abordar esas reformas que se exigen desde todos los centros de poder, y cuya necesidad se ha convertido en dogma de fe. Antes de realizar cualquier ajuste, antes de implantar cualquier recorte, se ha de llegar a un pacto de "reformas profundas" que nos lleve a un mercado ¿flexible?, no: elástico. Lo que se pretende, como en el resto de los ámbitos, es que este mercado, el laboral, también sea libre: el sueño, la panacea de los liberales. Un mercado laboral sin normas donde los derechos sean abolidos; los trabajadores sean tratados como mercancía; un paraíso donde las personas adquieran la condición de "cosas"; la utopía de un mundo amoral, como el propio dinero.

En nada ayuda este sueño tanto tiempo añorado a solucionar la crisis, pero es el momento de imponerlo, ahora que los estados han dejado de tener como prioridad el bienestar de los ciudadanos y no hay más patria que eso que llaman "los mercados", que siempre se llamó "el capital", y de cuya crueldad e infinita avaricia, cuando se le deja actuar libremente, sin respuesta, ya nos advirtieron nuestros mayores, hoy malditos, demostrando que aquella, su razón, escondía una verdad. Por eso los persiguieron y demonizaron.

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