Asuntos & cuestiones

La crueldad de los perseguidos

Ya están aquí. Empiezan con las banderitas y la manía de que luzcan en todos los centros oficiales, incluidos los colegios. Siguen con la España "Una", a la vez que se cagan en las autonomías que no les son afines, como si quisieran quitárselas de encima. Diputados aspirantes a gobernar este país dan crédito a teorías conspirativas en las que se insinúa, o se afirma, que detrás del atentado del 11-M están las fuerzas de seguridad del estado, jueces y, necesariamente, miembros del actual gobierno que, lógicamente, impiden que se sepa la verdad para que no se descubra que el atentado fue una estrategia electoral sabiamente planeada. Sostienen las tesis de la jerarquía católica, que se proclama perseguida, mientras el gobierno les concede unos privilegios que no tienen justificación. El Vaticano, a rebufo, lanza un mensaje de preocupación por la situación de la familia católica en España que, desde luego, sorprende a los que vivimos aquí, como si se obligara a la gente a casarse con personas del mismo sexo a la salida de misa, o se les inoculara el virus del divorcio exprés cuando van a hacerse la prueba del moño antes de la boda.

Aquí hacen falta jueces con lo que hay que tener, para que pongan orden, de una puñetera vez, en esta España que cada vez lo parece menos. Y entonces, una vez que los homosexuales regresen al armario, los niños reciban clases de religión, las parejas vivan juntas hasta que la muerte las separe, y las mujeres que hayan interrumpido su embarazo y el personal sanitario que se encarga de ello estén en la cárcel, entonces, decíamos, y sólo entonces, dejarán de sentirse perseguidos. Volveremos a vivir tiempos de extraordinaria placidez. Extraña paradoja la de estos verdugos que se sienten víctimas.

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