Balagán

Israel y Turquía

Los líderes israelíes se suben por las paredes. La alianza con Turquía era vital  para el Estado judío. Sin embargo en los últimos meses las relaciones ente los dos países se han deteriorado gravemente. Y aún más en las últimas semanas, desde el 29 de mayo, cuando la marina israelí abordó la flotilla de la libertad, frente a las costas de Gaza, causando la muerte de nueve activistas turcos.

Esta semana se ha sabido que Ankara ha prohibido a los aviones militares israelíes sobrevolar el cielo turco. Precisamente las relaciones militares habían sido muy estrechas desde hace mucho tiempo. Israel vendía armas y remozaba aviones de guerra y tanques turcos. Ahora, después del incidente de la flotilla, Israel no sabe cuánto tiempo podrán sobrevolar el cielo turco los aviones de sus aerolíneas civiles que cubren las rutas de Europa oriental y el lejano Oriente.

En medios diplomáticos israelíes se dice que el Estado judío está buscando nuevos socios para compensar la pérdida de Turquía. Quiere establecer alianzas con países como Chipre, Rumania, Bulgaria y Grecia, y acusa al primer ministro Erdogan de ser un islamista radical. Mientras, Erdogan insiste en que las relaciones entre los dos países sólo se recuperarán si Israel acaba con el bloqueo inhumano de la franja de Gaza y reconoce que cometió un error al usar una fuerza excesiva en el asalto a la flotilla.

La firmeza de Erdogan, que incluso está resistiendo las presiones de Obama y de la Unión Europea, le ha hecho muy popular en Oriente Próximo. Ahora mismo es una especie de Lula en la región, un líder admirado en la calle por la gente normal, la misma gente que ha visto como Obama y la Unión Europea no denunciaban el sufrimiento, que ya dura más de cuatro años, de un millón y medio de civiles palestinos en la franja de Gaza.

Además, Erdogan tiene que soportar cómo se amenaza a Turquía con no permitir su entrada en la Unión Europea nunca, e incluso se cuestiona su pertenencia a la OTAN. En el mundo actual, exigir la justicia puede tener esas consecuencias colaterales. Habrá que ver cuánto tiempo es capaz de resistir el primer ministro turco a tanta presión.

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