Balagán

Ehud Barak

La crisis del partido laborista israelí es un paso más en la dirección equivocada de esta formación política. En primer lugar, el laborista no es un partido de izquierdas, aunque pertenezca a la internacional socialista. Su máximo dirigente hasta esta semana, Ehud Barak, que es ministro de Defensa, está negociando bajo cuerda por lo menos desde el lunes con el primer ministro Netanyahu, e incluso se ha planteado fusionarse con el Likud, que tampoco se puede decir que sea un partido de izquierdas, y ni siquiera de centro, por mucho que uno quiera estirar el centro.

En Israel, además, lo de pertenecer a la derecha o la izquierda no tiene nada que ver con lo que esto mismo significa en el resto del mundo. Aquí ser de derechas quiere decir no querer retirarse de los territorios ocupados y ser de izquierdas lo contrario. Pues bien, el partido laborista israelí no es de izquierdas ni siquiera con ese parámetro. Porque una cosa es lo que dicen sus líderes, incluido Barak, y otra cosa es lo que hacen. Recordemos que el entonces laborista Shimon Peres fue quien metió a los primeros colonos judíos en los territorios ocupados tras la guerra e invasión de 1967.

Ehud Barak ha sido el militar más condecorado en la historia de Israel; sin embargo, como político ha fracasado estrepitosamente y ha conducido al partido laborista de ser la primera fuerza política del país a tener, como ahora mismo tiene, solo ocho diputados, y aun con el riesgo de que alguno de ellos abandone el partido en un futuro próximo. Es decir, en pocoas palabras, el partido laborista ha dejado de ser un referente en Israel bajo la batuta de Barak.

Lo único valioso que Barak ha aportado como político ha sido la retirada del ejército del sur de Líbano en 2000. Según algunos analistas, esto no lo hizo de manera altruista sino a causa del constante goteo de soldados muertos, algo que el país no podía soportar. En todo lo demás su contribución ha sido netamente negativa.

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