Balagán

Peras al olmo

Los palestinos están completando la redacción de una propuesta oficial para que la ONU reconozca el Estado palestino en las fronteras de 1967, es decir en el 22 por ciento de la Palestina histórica, lo que implica que la propuesta reconoce a Israel en el 78 por ciento del territorio restante de la Palestina histórica. Israel lo rechaza y está moviendo todas sus fichas para frenar esta iniciativa que los palestinos quieren llevar al Consejo de Seguridad y la Asamblea General en septiembre.

Ayer asistí en Ramala a una rueda de prensa del ministro palestino Mohammad Shtayyeh, en la que dijo que todavía no se ha decidido si la propuesta se presentará primero en el Consejo de Seguridad o ante la Asamblea General. En cualquier caso, se hará de una de las dos maneras posibles y la iniciativa será debatida y votada en estos dos foros.

En el fondo, ese dilema es sólo una cuestión de procedimiento. Los palestinos ya cuentan con que Estados Unidos vetará la propuesta en el Consejo de Seguridad, que es el que tiene competencias para reconocer a un nuevo Estado, pero a pesar de ello están muy ilusionados con la idea de recurrir a la ONU, vista la parálisis completa de unas negociaciones que no existen, o que cuando existen ni siquiera son negociaciones.

Dicen los palestinos que muchos Estados que hoy son miembros de pleno derecho de la ONU no fueron reconocidos por la ONU inicialmnente, como Portugal o Corea del Sur. El mismo Israel sólo se reconoció al tercer intento. Las potencias alegaban que Israel tenía que definir primero sus fronteras con precisión, algo que el Estado judío no hizo entonces ni ha hecho desde entonces. Al contrario, durante todo este tiempo se ha dedicado a ir ocupando más y más territorios palestinos y sirios.

"Israel quiere mantener el estatus quo, quiere que los palestinos tengamos las competencias de un ayuntamiento, sin soberanía y sin fronteras, mientras ellos siguen tomando nuestra tierra y nuestra agua", dijo Shtayyeh.

Pensar que Israel, de buena voluntad, va a abandonar unilateralmente Cisjordania y el Golán, es de una ingenuidad absoluta, y como pedir peras al olmo. Históricamente, Israel sólo ha cedido bajo la fuerza o la amenaza. Asistió a la Conferencia de Madrid de 1991 por la fuerza que aplicó James Baker cuando dijo que Estados Unidos no le daría las garantías de 10.000 millones de dólares que Israel necesitaba para acoger al millón de inmigrantes rusos que llegaron en esa década.

Israel se retiró del Sinaí en Camp David ante el riesgo evidente de un nuevo ataque sorpresa de Egipto y Siria, como el del 73. La evacuación de Gaza fue bajo el hostigamiento constante de Hamas, mientras que en la del sur de Líbano influyó también el goteo constante de muertos a manos de Hizbola. Ahora, en cambio, como no existe presión alguna ni amenaza de ningún tipo, los israelíes se sienten satisfechos con el estatus quo. Y mientras, la comunidad internacional se lava las manos.

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