Balagán

Al Asad habla

Bashar al Asad habló ayer públicamente por primera vez desde junio pasado, y dijo que está dispuesto a morir en Siria, alejando los rumores que circulan en el sentido de que estaría buscando un refugio seguro en el extranjero para él y su familia.

La alocución no arrojó grandes novedades. Habló de la necesidad de establecer un diálogo político pero después de que se callen las armas, y añadió que el diálogo no puede llevarse a cabo con "bandas" de terroristas, es decir con los rebeldes, que en su mayor parte, dijo, se reclutan y se financian en el extranjero, tanto en Occidente como en otros países sunníes conservadores de la región.

El diálogo que propone Al Asad es con "individuos y partidos políticos" de la oposición que no están participando directamente en la guerra civil, una condición que ha sido rechazada inmediatamente por la oposición que cuenta con el apoyo de Occidente.

Las palabras del presidente llegan mientras en Damasco tienen lugar continuos enfrentamientos armados, incluso en el área de Al Mezze, que está a los pies del palacio presidencial. En gran parte del resto del país también hay combates que se cobran diariamente más de un centenar de vidas.

El discurso de Al Asad no abre posibilidades reales para un diálogo político serio. Los rebeldes se sienten cada vez más fuertes y cuentan con un apoyo sólido desde el exterior. Se ha de precisar que los rebeldes están muy divididos y que el único interés que comparten es la caída del régimen, pero a partir de ahí los intereses de unos y otros no tienen nada que ver.

Al Asad parece determinado a continuar en el poder hasta el final. Algunos analistas indican que le queda un margen de tiempo breve pero otros sugieren que podría resistir durante meses o incluso más, en función del apoyo que Occidente brinde a los rebeldes.

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