Balagán

Mal pie

Washington ha anunciado el nombramiento de Philip Gordon como coordinador de la Casa Blanca para Oriente Medio, Norte de África y el Golfo, además de asistente del presidente Barack Obama.

Gordon, de 51 años, es un diplomático de carrera que hasta ahora desarrollaba su trabajo en el departamento de Estado para asuntos de Europa y Eurasia, un cargo que le dio el presidente después de que Gordon trabajara para Obama en su primera campaña que lo llevó a la Casa Blanca.

El nombramiento de Gordon no es una buena noticia por muchos motivos, pero en primer lugar porque los Estados Unidos no necesitan un "coordinador" para el proceso de paz. Han tenido muchos que no han servido para nada y nada indica que ahora Gordon vaya a arreglar todos los desaguisados que hicieron sus predecesores en la misma tarea.

El hecho de que Gordon sea judío, algo que se ha comentado en Israel, no tiene nada que ver, pero cabe recordar que en los noventa, después de la Conferencia de Madrid de 1991, la Casa Blanca nombró a media docena de diplomáticos judíos, denominados "los rabinos", con Dennis Ross a la cabeza, para que arreglaran el conflicto.

No solo no lo consiguieron sino que Israel multiplicó vertiginosamente su expansión colonial en los territorios ocupados mientras decía negociar. El propio Ross escribió luego un libro grueso para justificarse y todavía sigue pontificando periódicamente sin haber aportado nada la resolución del conflicto.

El camino de la negociación ha sido un fracaso siempre que se ha tomado. El último enviado americano, el senador George Mitchell, nombrado por Obama en 2009, apenas duró unos meses en el cargo. Su experiencia como pacificador de Irlanda del Norte no le sirvió de nada y se fue dando un portazo después de visitar Israel varias veces y ver con quién se las tenía que arreglar.

La única solución pasa por forzar a Israel a cumplir las resoluciones internacionales y hacerle abandonar los territorios ocupados, y esto es algo que, según muestra la experiencia, no se conseguirá mediante el "diálogo" y las "negociaciones", ni mediante "coordinadores" a los que se les debe suponer buena voluntad, aunque cueste mucho trabajo suponérsela. Veintidós años de "diálogo", "negociaciones" y "coordinadores" nos han conducido a una situación mucho más desesperada que la que había en 1991.

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