Balagán

¿Se hunde Egipto?

El 30 de junio será el primer aniversario del ascenso al poder del presidente Mursi. El último año ha estado plagado de preocupantes incidentes, algunos graves y violentos, que proyectan una imagen tan negativa de Egipto que algunos se preguntan si no se estará hundiendo el país.

Para el mismo día 30 la oposición ha convocados innumerables manifestaciones para exigir la dimisión inmediata de Mursi y la celebración de elecciones.

Estos días pasados ya ha habido concentraciones en ese sentido. En algunas los participantes portaban papeles del tamaño de una tarjeta de crédito en los que se leía una sola palabra: "Irhil", que significa "fuera", "vete" o más coloquialmente "lárgate", dirigida a Mursi.

Mursi fue elegido presidente con el respaldo de los Hermanos Musulmanes en unos comicios limpios, pero la oposición, y Occidente con ella, no han aceptado el resultado. Y hay suficientes indicaciones para creer que nunca aceptará a un presidente islamista.

Occidente y una parte de la oposición quieren que Egipto se convierta de la noche a la mañana en una democracia liberal, ignorando la historia de ese país, sus condiciones religiosas y sociales, la pobreza galopante que en los tiempos que corren se traduce también en escaseces, especialmente de gasolina y electricidad, en una devaluación significativa de la libra y en una administración aparentemente pésima.

Hasta ahora la violencia ha sido limitada, pero ¿qué ocurrirá si se consuma el choque entre los islamistas y la oposición? Desde luego, las perspectivas no son muy halagüeñas y hasta puede acabar en una situación trágica. Ayer mismo el jefe del ejército advirtió que los militares intervendrán si la situación sigue deteriorándose.

¿Han tenido en cuenta esto en Washington? Aparentemente no. Los americanos quieren llevar la democracia a toda costa a Oriente Próximo, o para ser más exactos, a una parte de Oriente Próximo (a Arabia Saudí, por ejemplo, no) sin reparar en las consecuencias que pueda tener esta ambición de los visionarios de la Casa Blanca y sobre todo del departamento de Estado.

Es admirable que esa gente siga hacia adelante sin echar un vistazo a sus espaldas para ver cómo están Irak, Afganistán o Siria, y observando el panorama general de la región uno se inclina a pensar que lo están haciendo deliberadamente.

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