Balagán

Sin tregua en Gaza

El gabinete de seguridad israelí volvió a reunirse ayer durante seis horas. Al término del encuentro, funcionarios de la oficina del primer ministro Netanyahu dijeron que "si Hamás quiere un alto el fuego ya sabe lo que tiene que hacer: dejar de disparar cohetes. Después Israel decidirá lo que tiene que hacer".

El problema es que Israel no quiere comprometerse a nada. Puede argumentarse que Hamás es una "organización terrorista", como sostienen Israel, Estados Unidos y la Unión Europea. Pero entonces se puede alegar que el presidente Abás no tiene nada de "terrorista" y que en la década que lleva en el poder ha hecho absolutamente todo lo que le ha pedido Israel sin obtener nada a cambio.

En la Franja de Gaza muchos piensan que los cohetes que lanza Hamás hacen más por la paz que todas las declaraciones insustanciales de Abás y sus delfines, con el jefe negociador Saeb Erekat a la cabeza.

Es necesario que las cosas se muevan en una dirección de esperanza, una dirección que no ha existido durante la pasada época por la sencilla razón de que Netanyahu no tiene el menor interés en retirarse de los territorios ocupados. Al contrario, el primer ministro israelí ha impulsado la construcción en los asentamientos judíos hasta alcanzar un nivel que no tiene precedentes.

Hamás parece haber llegado a la conclusión de que lo que no consigan los cohetes no se conseguirá en la mesa de negociaciones. Y, efectivamente, las mesas de negociaciones se han multiplicado pero su efecto ha sido contraproducente en lo tocante al proceso de paz.

Neogociar por negociar es la táctica que emplea Israel para ocultar la constante expansión colonial. El procedimiento de la mesa de negociacions es caduco y está agotado desde hace muchos años. En cambio, por paradójico que parezca, el lanzamiento de cohetes puede desbrozar el camino que ha sido obstruido por el diálogo absurdo e inútil que ha patrocinado con tanto cinismo la comunidad internacional.

Un alto el fuego en las mismas condiciones que había hasta hace dos meses sería una garantía de que las cosas no van a cambiar y de que la olla a presión palestina volverá a explotar dentro de poco tiempo.

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