Balagán

Imágenes de Gaza

Un comentarista del Canal 10 de la televisión israelí decía anoche que la hasbará o propaganda a favor de Israel está empleándose a fondo y haciendo un buen trabajo, pero añadía que esta tarea, por buena que sea, no puede hacer frente a las imágenes de un mercado de Gaza bombardeado y con civiles muertos y heridos, como ocurrió el miércoles en el mercado de Shuyaiya.

Las cámaras de televisión han recogido por todas partes testimonios escalofriantes durante las últimas semanas. Las imágenes no solo son terribles en el caso del mercado de Shuyaiya, con sus 16 muertos y 200 heridos, sino en innumerables lugares de toda la Franja, por no hablar de los hospitales, como el de Al Shifa, en la ciudad de Gaza, el más pequeño de Kamal Odwan, en Yabaliya, o los del centro y el sur.

Mujeres, niños y ancianos han entrado en esos hospitales a millares (se estima que unos 9.000), lo que da una idea de la amplitud de la operación militar israelí. La destrucción que han causado las bombas es enorme, y además deliberada.

Ayer en la zona de Beit Hanún, al nordeste de la Franja, se veían decenas y decenas de casas bombardeadas. En kilómetros y kilómetros no se veía ningún coche ni ninguna persona. Solamente un pequeño chucho negro vagaba por la carretera que conduce a Erez, deteniéndose de tanto en tanto para husmear algo para comprobar si era comestible.

Beit Hanún es una ciudad fantasma, abandonada por todos sus habitantes, con imágenes de destrucción por doquier, como se pueden ver en algunas películas en las que la humanidad ha desaparecido repentinamente a causa de una hecatombe.

Los habitantes de Beit Hanún han sido expulsados y se han convertido en refugiados. Están amontonados en las escuelas de la UNRWA, la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados, o en los alrededores de los hospitales, porque son los lugares que consideran más seguros.

Pero las bombas los persiguen allá donde van mientras las potencias occidentales, las grandes democracias que a su vez se desgañitan exigiendo democracia a los demás, incluso por medio de las armas, muestran su verdadero rostro, el rostro de países que solamente se guían por sus propios intereses, que no son los intereses de las personas.

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