Balagán

Carter y Hamás

Jimmy Carter ha instado esta semana a Occidente a que reconozca Hamás como un agente político "legítimo" que representa a una parte sustancial del pueblo palestino.

Al expresidente americano le gustaría que su país dejara de considerar a los islamistas palestinos como una "organización terrorista", algo que prontamente imitaron los aliados europeos.

Carter cree que Hamás no es una "organización terrorista" y que solamente un cambio de actitud de Occidente hacia este grupo "proporcionará los incentivos apropiados para que Hamás deponga las armas".

Occidente, especialmente Estados Unidos y la UE, han conducido la situación en el conjunto de Oriente Próximo a un estado que nadie recuerda.

Es preocupante escuchar a los paladines de la democracia hablar justamente de "democracia" con un discurso completamente vacío, pues ¿cómo van a interpretar sus palabras los millones de palestinos del exilio o de los campos de refugiados de Gaza, Cisjordania, Jordania, Líbano o Siria?

Máxime cuando estas orgullosas "democracias" no mueven un dedo para acabar con la tragedia de los palestinos del interior y del exterior.

No es la primera vez que Carter aborda esta cuestión, ni la primera vez que critica la ocupación israelí. Durante su mandato obligó a Menagem Beguin a firmar la paz con Egipto. Si no lo hubiera hecho seguramente la historia de Oriente Próximo habría sido distinta.

Lo que se necesita ahora, es decir desde hace ya mucho tiempo, es otro presidente como Carter. Desgraciadamente ninguno de sus sucesores ha usado su energía para resolver este conflicto. Al contrario, cada inquilino de la Casa Blanca ha incrementado su ayuda a la ocupación, de manera que no puede sorprender que hayamos llegado a esta situación.

El mismo presidente Obama, como los anteriores, ha mantenido un discurso pacifista de cara a la galería que ha sido negado con sus acciones. Obama no es distinto de los demás, y no resulta difícil de entender por qué recibió el premio Nobel nada más llegar a la Casa Blanca. Fue justamente por eso: porque no había hecho nada; y justamente para eso: para no hacer nada.

Su mandato, que tantas expectativas levantó al principio, no ha servido absolutamente para nada en Oriente Próximo, o sí, tal vez ha servido para complicarlo todo bastante más.

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