Balagán

Dos azotes que van a más

Hace un par de meses, durante la última guerra de Gaza, el gerente del hotel donde me alojaba en Gaza, nos explicó a un grupo de periodistas que él no temía a la dirección de Hamás. "Ismail Hanniya y los demás vienen por aquí, se sientan en estas mesas, hablan y se gastan bromas, también con mujeres. El problema no son ellos, el problema son los jóvenes, que también vienen, pero con un actitud más radical, y eso se nota especialmente con las mujeres".

En el otro lado baste mencionar el reportaje que el Canal 10 de la televisión hebrea difundió en el informativo del 20 de septiembre. Era sobre la presencia de los religiosos en el ejército, que se ha disparado en los últimos años.

Se comentaba en este reportaje que en los años noventa, el 2 por ciento de los militares que hacían el curso de oficiales llevaba kipa, mientras que ahora es el 40 por ciento.

Las imágenes del Canal 10 eran bastante elocuentes, pero no creo que sorprendan a quien haya seguido con atención la actualidad de Israel en los últimos años.

Los periodistas del Canal 10 decían claramente que hay dirigentes de ese sector de la población que no ocultan en público que su intención es controlar el país y que para ello tienen que acceder a los cargos políticos y militares. Están en ello y el proceso ya está muy avanzado.

Se preguntaban también si estos militares están defendiendo a Israel o a Dios, y probablemente sean las dos cosas.

No es ninguna sorpresa que esto esté sucediendo. No es algo que ha pasado de la noche a la mañana, sino que responde a las demandas de una sociedad en involución que adiestra a los niños, desde su más tierna infancia, en el nacionalismo y la religión, y quienes utilizan la kipa suelen combinar esas dos ideologías reaccionarias.

Y lo mismo ocurre con los medios de comunicación, y con buena parte de la clase política, de manera que no puede representar ninguna sorpresa lo que está sucediendo.

Subyugadas por esos dos azotes, las nuevas generaciones son más radicales, aunque tratan de cargarse de supuestas razones para justificarse.

Se está recogiendo lo que se ha sembrado, y como sea que se sigue sembrando lo mismo abundantemente, hay que ser pesimistas respecto al futuro.

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