Balagán

Kibush

El atentado de ayer, en el que perdieron la vida cuatro rabinos y un policía en una sinagoga de Jerusalén, ha suscitado una cadena de condenas dentro y fuera del país. Las autoridades israelíes han dicho desde el primer momento que van a responder. Benjamín Netanyahu ha hablado de una respuesta "decisiva".

No es la primera vez el primer ministro utiliza este calificativo. En otras ocasiones ha venido seguido de anuncios continuados de nuevas construcciones en las colonias judías de los territorios ocupados y de medidas de castigo colectivo contra el conjunto de la población palestina. Esto es lo que Netanyahu entiende por respuestas "decisivas".

Los medios de comunicación israelíes han estado informando del atentado sin descanso, describiendo detalladamente la matanza e ignorando la ocupación y los excesos que a diario se comenten contra millones de palestinos.

Ya es muy raro que un medio de comunicación hebreo utilice la palabra "kibush", que significa "ocupación". Hace algunos años todavía se usaba esta palabra con frecuencia pero ahora ha dejado de estar en el vocabulario de la inmensa mayoría de los periodistas israelíes.

Y lo mismo ocurre con la palabra "mitnajel", que significa "colono". "Kibush" y "mitnajel" simplemente han desaparecido de los medios de comunicación, y también del lenguaje de los políticos israelíes, y esto ayuda a comprender muchas de las cosas que están ocurriendo aquí, probablemente también el atentado de ayer.

La plana mayor israelí, empezando por Netanyahu, han responsabilizado del atentado a Mahmud Abás, a quien acusan de "incitación", como si la ocupación no fuera una incitación permanente, como si las continuas visitas de altos cargos israelíes a la Explanada de las Mezquitas no fueran incitación, como si las declaraciones incendiarias de algunos ministros no lo fueran o como si las actividades de los colonos tampoco lo fueran.

A la tensión y la violencia de las últimas semanas se sumó el lunes la muerte de un conductor de autobuses palestino que apareció ahorcado en un autobús urbano en el sector judío Jerusalén. Los israelíes dicen que fue un suicidio. Los palestinos dicen que fue un asesinato.

Pero el problema es el de siempre: la ocupación, que cada vez va a más y que es permitida por la comunidad internacional con un silencio cómplice o con palabras huecas.

Mientras la incitación de la ocupación siga adelante ocurrirán atentados como el de ayer.

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