Balagán

Los caminos que llevan a Riad

Una intensa actividad diplomática se está registrando en los últimos días en Oriente Próximo y en Estados Unidos con distintos objetivos que pueden tener consecuencias trascendentes para la región.
Por un lado, el presidente turco Erdogan ha llegado a Riad en una visita de tres días. Por otro lado, el presidente Sisi llegó ayer a Riad. Erdogan y Sisi son aceite y agua y el primero sigue calificando al segundo de "golpista".
En medios árabes no han pasado desapercibidas las dos visitas coincidentes y se comenta que el rey Salman ben Abdel Aziz está detrás de un intento de reconciliación entre sus dos huéspedes.
El intento presenta, sin embargo, algunas dificultades. Es difícil que Erdogan cambie de la noche a la mañana sus alianzas y renuncie a seguir dando su apoyo a los Hermanos Musulmanes egipcios que andan perseguidos en su país.
Pero si el nuevo rey saudí lo intenta es porque considera que es posible una reconciliación.

Dos elementos parecen estar sobre la mesa: la oposición frontal al régimen sirio, que los tres comparten, y sentar las bases para una fuerza de intervención interárabe contra los yihadistas que los egipcios creen necesaria, especialmente después de lo que está ocurriendo en Libia.
Los de Riad no son los únicos movimientos impensables hasta hace poco. En Estados Unidos acaba de reunirse el emir de Catar con el presidente Obama y acto seguido el emir se ha reunido con representantes del loby judío AIPAC.
Recordemos que varios de los más altos dirigentes israelíes, como el ministro de Exteriore Lieberman, acusan abiertamente a Catar de financiar el terrorismo en la región, de ahí que la reunión del emir con el AIPAC sea cuando menos muy sorprendente.
Todos estos movimientos, y otros que han tenido lugar en los pasados días, suscitan un sinfín de preguntas. Es como si diera la impresión, al menos en la superficie, de que países con distintos objetivos se hubieran dado cuenta de que la situación en la zona no para de deteriorarse y es necesario actuar de una manera más decisiva que hasta ahora.
Ahora bien, lo preocupante es que el principal anfitrión de estos contactos, Arabia Saudí, mantiene una política sin cuartel contra los chiíes, sean estos sirios, libaneses o, sobre todo, iraníes, una política que coincide plenamente con la de Israel.
Algunos medios de comunicación hebreos han comentado que Arabia Saudí se opone con énfasis, como Israel, al acercamiento entre Washington y Teherán. Por su parte, los iraníes temen que el eje saudí-israelí convenza a los americanos de alejarse de nuevo de Teherán.

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