Balagán

Turquía recoge la cosecha siria

Turquía ha comenzado a cosechar lo que con tanta dedicación ha sembrado en Siria durante años. Es una cosecha en forma de atentados islamistas y de ataques del PKK kurdo.

Desde el mismo inicio de la revuelta en la ciudad de Deraa, en la primavera de 2011, Erdogán se alineó con cualquier tipo de fuerza que estuviera en contra del régimen de Damasco. Ha apoyado a todos los insurgentes sin distinción, incluido el Estado Islámico, a disposición del cual ha puesto su larga frontera con Siria, y a quien ha permitido obtener suministros casi sin restricciones.

El monstruo finalmente se ha vuelto contra Turquía, y ha sido patético, aunque también irrisorio, escuchar este fin de semana a un representante del gobierno de Ankara quejarse ante las Naciones Unidas de que el gobierno de Damasco no está haciendo todo lo que debiera para detener los ataques y atentados del Estado Islámico en Turquía.

Es patético e irrisorio que ahora Ankara pida a Damasco que frene los ataques del Estado Islámico contra Turquía por la sencilla razón de que Turquía ha estado desde el principio en la primera línea de ataque contra Damasco, apoyando al Estado Islámico.

Para algunos puede resultar difícil explicar la actitud de Erdogán, pero probablemente se haya contaminado del odio al chiísmo que sacude la región. Ha sido un error grave y a partir de ahora veremos cómo lo paga, lo que es difícil de determinar en estos momentos.

A estas alturas Erodogán va y se da cuenta de que no quiere que los kurdos sirios formen un Kurdistán similar al Kurdistán iraquí, que en la práctica y a casi todos los efectos es un Estado independiente, en contra de lo que le prometieron los grandes ideólogos neoconservadores y la administración americana.

Pues bien, si Dios no lo impide, Erdogán va a tener en sus fronteras un Kurdistán iraquí y de regalo un Kurdistán sirio. Y además, el obsequio adicional de un Kurdistán turco que naturalmente va a querer imitar a sus parientes de Irak y Siria.

Gran parte de Oriente Próximo está sometida a un terrible ímpetu nacionalista y religioso, pero Erdogán ahora no puede ir a llorar a las puertas de las Naciones Unidas por la sencilla razón de que él ha contribuido como ningún otro a crear esta situación sin salida.

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