Balagán

Amnistía Internacional en Israel

En la edición del viernes de Haaretz llamaba la atención un artículo sobre Amnistía Internacional. El texto dice que en 1970, mientras el ministro de la Policía Shlomo Hillel despotricaba desde el podio de la Kneset contra Amnistía Internacional diciendo que Israel "ya no podía confiar en la buena voluntad y en la justicia de Amnistía Internacional", Israel se había infiltrado en lo más alto de la organización.

Resulta que documentos en poder del Instituto Akevot de Tel Aviv sobre los que Haaretz habla por primera vez "revelan que algunas de las personas que dirigían Amnistía Internacional desde finales de los años sesenta a mediados de los años setenta informaban de sus actividades directamente y en tiempo real al ministerio de Exteriores de Israel, consultaban con sus funcionarios y les pedían instrucciones acerca de cómo proceder".

Eso es lo que hacía Amnistía Internacional mientras el ministro de la Policía de Israel aseguraba cínicamente en la Kneset que "ya no podía confiar en la buena voluntad" de la organización.

Es bastante posible que esa infiltración no terminara a mediados de los años setenta. Viendo lo que ocurre hoy uno tiene la sensación de que el tiempo no ha pasado. Como hacía el ministro de Policía israelí en 1970, las autoridades israelíes de nuestros días también protestan, y lo hacen con las mismas palabras que entonces, pero los informes de Amnistía Internacional no dejan de ser sospechosos.

Para más ironía, Haaretz señala, de acuerdo con los documentos de Tel Aviv, que la oficina de Amnistía Internacional en Israel "contaba entonces con el apoyo de considerables fondos que le transfería el ministerio de Exteriores" israelí, que sufragaba muchos de los gastos de la organización.

En fin, bien podría tratarse de una guasa más si no fuera por los datos tan precisos que apuntan los documentos del Instituto Akevot, que por ejemplo dan cuenta de que incluso la delegación de Amnistía Internacional en Israel estuvo dirigida por el profesor Yoram Dinstein, un infiltrado de Israel que más tarde llegó a presidir la Universidad de Tel Aviv.

Existen numerosos indicios de que aquellos gloriosos tiempos no acabaron a mediados de los setenta.

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En un comunicado, Amnistia Internacional afirma que desde 1975 no acepta fondos para ninguna investigación o campaña con el fin de evitar malentendidos y reafirmar su imparcialidad.

Ángel Gonzalo, de la sección española de Amnistía Internacional, dice que en el texto anterior se "afirma que "existen numerosos indicios de que aquellos gloriosos tiempos no acabaron a mediados de los setenta" algo que no se sostiene con ninguna fuente ni prueba por lo que es una acusación gratuita y fuera de lugar".

Naturalmente no se sustenta con ninguna prueba pero es una opinión que no es exclusiva del autor. Es posible que dentro de unos años, como ha ocurrido ahora con la información de los años 70, se revele en Haaretz o en otros lugares que algunas de las mayores ONGs internacionales, y no solo Amnistía Internacional, están infiltradas por gobiernos.

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