Revictimizaciones y reflexiones a raíz del juicio a la manada de Sabadell

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Pilar Martín Nájera, fiscal de Sala Delegada de Violencia sobre la Mujer, ha asegurado que el fiscal en el juicio de la manada de Sabadell, "actuó sin sensibilidad ni empatía". Es cierto que las penas que ha pedido este fiscal para los acusados son de 37 y 48 años, por lo que alguna pista da de la credibilidad que le merece la víctima. Esto hace que, sin duda, haya que repensar la forma en las que las víctimas se enfrentan a este proceso.

Si hasta el fiscal, que está contigo y que aparentemente te cree, que pide penas muy elevadas para tus violadores, acaba interrumpiéndote para preguntarte si estás segura de lo que dices, cuando no has mostrado duda alguna al relatarlo, o le da mil vueltas a la ropa que llevabas sin explicarte siquiera por qué eso es tan importante (entre otras cosas), el resultado no solo que pueda revictimizarse a la víctima o simplemente desconcentrarla en un testimonio que le está costando la vida dar, es el hecho de que a las mujeres nos están diciendo que más nos vale recordar cada detalle de nuestra indumentaria (y a ver qué indumentaria es esta) cuando nos agredan.

Pero no solo es esto lo que ha ocurrido en este caso. Como cuenta Ana Pascual para este diario, un acusado nunca fue identificado y "el segundo huyó cuando fue puesto en libertad antes de que al juzgado le llegasen las pruebas de ADN que probaban su participación en el delito". Además, toda España sabe el nombre de la víctima porque tanto el fiscal, como la abogada de la defensa como el juez lo dijeron sin cortarse. Otra vulneración más que suma a sus espaldas la víctima.

Por su parte, la actuación de la abogada de la defensa, deleznable con ahínco, también debería hacernos pensar como sociedad qué cosas se deben dejar de permitir. No ya que sean censurable por parte de jueces y juezas, dependiendo de si el que te toque sea o no una ser humano decente,  sino que sean directamente sancionables, como lo es por ejemplo si esa misma abogada insulta al presidente de la sala.

No se puede cuestionar constantemente a las víctimas de violación por no haber huido, por no haberse defendido, por no haber gritado, para empezar porque no es ninguna defensa para el violador, las víctimas de violaciones, por regla general, piensan que va a perder la vida ese mismo día. Que cuanto acaben de usarla como a un objeto, la matarán para que no diga nada. Todas hemos crecido viendo precisamente que esta también es la tónica en muchos violadores, no nos hace falta recordar a más víctimas para entenderlo. Violar y luego matar. Desde pequeña, estas noticias horribles nos han acompañado, nos han visto crecer y conformarnos como mujeres. De hecho, la propia víctima lo relata, repetía que la soltaran y prometía no decir nada a nadie. Porque ya pensarás luego qué te ha pasado, pero en ese momento lo que quieres es poder seguir viviendo. Y cuando el miedo te atenaza y piensas que no saldrás con vida de ese lugar, temes que cualquier movimiento de tu cuerpo, cualquier gesto brusco que hagas, pueda cabrear al que tiene el poder sobre tu vida.

O se repiensa la forma en la que las víctimas reviven su peor pesadilla en los juicios donde supuestamente se va a impartir justicia, o se dejan de hacer campañas para que denunciemos más y para que seamos "valientes".  O se empieza a escuchar, exclusivamente, a las víctimas y a las expertas para configurar la forma de afrontar procesos judiciales relacionados con las violencias machistas, o todo seguirá igual. Igual de mal para nosotras e igual de bien para nuestros agresores.

 

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