Sobre las palabras de Mónica Oltra

Desde hace un par años (nunca antes), estamos asistiendo a un teatro dantesco patrocinado por formaciones que ostentan ahora poder, entre otras cosas, gracias a su discurso feminista.

Digo que desde hace dos años porque fue a raíz de las leyes misóginas de autodeterminación del sexo (que cada persona -incluidas las criaturas- determine qué sexo tiene; no qué género, sino qué sexo. Con todo lo que ello conlleva). A raíz de ese momento político, tanto Unidas Podemos como las formaciones de Ada Colau y Mónica Oltra, entre otras, han comenzado a dar pasos atrás en su discurso, antes claro y meridiano.

¿Por qué es tan importante que sepamos definir al sujeto de la lucha? ¿Por qué hay tanta bronca contra quienes redefinen ahora qué es una mujer (nunca, jamás, "qué es un hombre", ojo)? Sencillamente, porque ninguna lucha sale adelante sin su propio sujeto político. ¿Tendría sentido la lucha antiespecista o la lucha antirracista sin determinar por quién se está peleando? ¿Cuál es la agenda de una lucha si no se da una definición clara de quiénes son las oprimidas y en base a qué?

Esto es a lo que estamos asistiendo incrédulas las feministas: que la definición del sujeto político de la lucha feminista sea esta:

https://twitter.com/monicaoltra/status/1396076161579560963

"No soy mujer por mis genitales, soy mujer porque me comporto y pienso como una mujer". Este comentario insoportablemente machista es un buen resumen de a lo que hemos llegado.

¿Por qué no podemos permitir que esta idea falaz, acientífica y machista cale?

Para empezar, porque el mundo real está divido por sexos (no sentido, sino biológicos). El primer sexo obtiene beneficios del segundo. Los hombres obtienen beneficios de esta división sexual. La explotación sexual y reproductiva de las mujeres es en base a su sexo, no a cómo piensan o se comportan. Yo no pienso ni me comporto ni tengo absolutamente nada que ver con Rocío Monasterio, ni siquiera acatamos de la misma manera los mandatos de la imagen impuesta a nuestro sexo: yo no me maquillo, ni me tiño, ni me depilo, ni llevo sujetador. No se me ocurre una mujer con la que tenga menos que ver, tanto en cómo me comporto como en cómo pienso. Somos dos personas completamente opuestas, y no solo porque ella sea fascista y yo antifascista. Pero sí tenemos algo en común: las dos somos mujeres.

¿Qué quieren decir cuando hablan de "pensar" o "comportarse" como una mujer? Nos están diciendo que no encuentran otra forma de definirnos sin hablar de nuestra opresión sexual y explotación reproductiva históricas. Y es grave, muy grave. Porque da igual lo que digan y que no lo quieran afrontar o solucionar, la realidad sigue ahí: el grave problema de la prostitución, la trata y el tráfico de mujeres es una realidad, y no se trata de que quienes piensan como hombres explotan globalmente a quienes piensan como mujeres. Esto como entenderán en una absoluta ridiculez. Los hombres, es decir, las personas de sexo masculino, trafican y explotan y abusan de las mujeres, es decir, de las personas de sexo femenino. Nadie pregunta a nadie cómo piensa, al sistema le da absolutamente igual. Cuando secuestran a niñas y adolescentes de países como México o zonas rurales de Tailandia para explotarlas sexualmente en EEUU y Bangkok, respectivamente, los secuestradores, hombres, no preguntan a esas niñas y adolescentes qué piensan, ni observan cómo se comportan: las secuestran y las prostituyen porque son del sexo femenino.

Cuando se construyen granjas de mujeres a las que explotar reproductivamente para satisfacer los deseos de los ricos del primer mundo trayendo bebés al mundo que tengan su ADN, no se tiene en cuenta cómo piensan o se comportan las personas que van a gestar: se explota únicamente a mujeres, por su sexo. Cuando una chica es violada en este país, y eso ocurre cada cinco horas, el violador tiene sexo masculino y la víctima sexo femenino. En los matrimonios, quien viola es el hombre a la mujer, en las violaciones en cita, quien viola es el hombre a la mujer. La brecha salarial es en base al sexo también: las mujeres cobran menos, entre otras cosas, por las trampas patriarcales para la maternidad: jornadas más cortas que hagan compatible la crianza con su carrera, trabajos peor pagados pero más flexibles para que se apañen, etc.

La brecha salarial -y esto es importante tenerlo claro- no es solo porque a las mujeres nos paguen menos por el mismo trabajo. Y tenemos el ejemplo de Islandia. Desde hace tres años es prácticamente imposible que una empresa islandesa pague diferente a un sexo o al otro por el mismo trabajo, gracias a dos factores: por una parte está la ley de 2018 y sus consiguientes auditorías implacables, con multas para el empresario que se atreva a tal cosa, y por otra parte tenemos que la sociedad islandesa tiene menos de 400.000 personas en todo el país. Esto hace que sea perfectamente aplicable y medible dicha ley. Aun así, la brecha salarial en Islandia es del 14%. Y sí, como habrán supuesto, en absoluto se le pregunta a nadie qué piensa o cómo se comporta, ese 14% es en base al sexo: la maternidad sigue siendo cosa de mujeres, y no solo la parte inevitable, la gestación y el parto, sino todo lo que viene después y que dura décadas. Por no hablar de que hay trabajos, allí y en todo el mundo, que no nos dan porque podemos quedarnos embarazadas. Da igual que tú seas estéril, que no quieras ser madre, que nunca hayas querido, no van a preguntártelo siquiera: estás en edad fértil, eres un riesgo. Punto.

La socialización femenina y los mandatos que el patriarcado reserva para nosotras jamás estará basado en cómo nos sentimos, qué pensamos o cómo nos comportamos, están basados en nuestro sexo. Pero para aquella gente que enarbolaba la bandera feminista y que consiguió el poder gracias también a las feministas, esto ahora no es así. No solo es que ya no sea así, sino que decirlo es "transfobia".

Las mujeres tenemos problemas concretos basados en nuestro sexo y estas formaciones prometían tenernos en cuenta. Pero si echamos la vista atrás, lo que vemos es un teatro que se está haciendo eterno, en el que en cada ponencia o mitin, en cada entrevista o tuit, a lo que ponen más compromiso es a este debate que no es ni debatible, a esta falacia constante y cansina que intentan convertir incluso en ley. No solo ponen en peligro a las mujeres, también a la lucha que busca nuestra liberación. Los hombres siguen matando a las mujeres de la misma forma y con la misma intensidad y cadencia que antes de que llegaran al poder. El sexo masculino sigue matando, violando y atropellando al sexo femenino de la misma forma que siempre, porque ahora lo importante es otra cosa. Lo importante ya no es la desigualdad entre sexos, es centrarse en un debate de qué es el sexo.

Una de las consecuencias de estas teorías misóginas es que las feministas, las mujeres comprometidas e incluso asociaciones y colectivos que denuncian lo machista del asunto, son violentadas constantemente, pierden incluso puestos de empleo y son amenazadas cada día por mantenerse coherentes y firmes. Nunca, jamás, podríamos haber imaginado que tendríamos que soportar un machismo tan retorcido de quienes nos vendieron que velarían por nuestros derechos. Estábamos armadas contra Vox, contra el fascismo, contra la derecha, contra todos, pero nunca podríamos llegar a pensar que serían las "nuestras" quienes nos intentarían vender sin que les temblara ni el pulso.

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