Verónicas

Las estadísticas nunca recogen a las mujeres que se quitan la vida por la violencia machista. Ni siquiera se sabe el número de mujeres que solo logran escapar del maltrato de esta manera. Nadie las está contabilizando. Verónica tampoco contará como víctima de esta violencia socialmente permitida y arengada por el machismo.

Verónicas hay muchas. Mujeres que ahora mismo no pueden dormir por una foto íntima, por un vídeo íntimo, está siendo consumido entre mofas y deseos execrables. Mujeres que van a trabajar con la cabeza gacha para no ver en la mirada de la gente que saben lo que hizo, saben con quién compartió intimidad, ojos que la juzgan por ser mujer e intentar vivir libremente su sexualidad.

Desde que abrimos el teléfono para el podcast, este tipo de casos ha sido un goteo constante, pero después de lo de Verónica, fue a más. Muchas se vieron medianamente animadas por la repercusión negativa y las protestas feministas. Consiguieron quitarse lo suficiente el estigma para enviar un mensaje a ese teléfono. Ninguna de ellas, ninguna, quiso que su historia saliera publicada en el programa, pero al menos se atrevieron a preguntar qué podían hacer, pedir ayuda de alguna manera.

Algunas han denunciado, otras no han podido. A una de ellas la han echado de una empresa que todo el mundo conoce, y donde la mayoría realiza sus compras, tras reportarlo a Recursos Humanos. Todas las que han denunciado, han visto que su martirio se prolongaba a causa de la pandemia y el parón de la justicia. Más noches sin dormir, más tiempo muerto mientras sus fotos o sus vídeos seguían difundiéndose.

Llorar es lo único que las alivia de vez en cuando, llorar en la privacidad de su casa durante la noche, para recomponerse por la mañana y acudir de nuevo al lugar de trabajo (a las que no han despedido) donde sus jefes las miran por encima del hombro, donde RRHH les recogen la "queja", de la que no vuelven a saber más. Esto está pasando en España, hoy, ahora. Vídeos y fotos de trabajadoras que pasan de mano en mano. Empresas, muchas gigantes, que no hacen nada, absolutamente nada, ni aun sabiendo que ya están denunciadas. No tienen miedo, y ahora, después del archivo del caso de Verónica, respirarán mucho más tranquilas.

El archivo de esta causa no solo significar pisotear a Verónica, es legitimar a quienes la empujaron por el acantilado. No sólo es no hacer justicia por ella, es una acción devastadora para quienes están ahora donde ella estuvo antes. Las Verónicas que están conviviendo desde hace mucho, o empiezan a convivir justo hoy, con la difusión incontrolada de su vida sexual íntima, están viendo convertidas sus vidas y esos momentos en algo no consensuado: un producto pornográfico más, que sirve para el disfrute ilegítimo de un puñado de hijos sanos del patriarcado.

Todas y cada una de nosotras somos ellas. Podemos serlo en cualquier momento. Pero estamos juntas en esto. No estáis, no estamos solas. Son miles de mujeres peleando juntas detrás de cada una de nosotras. Somos muchas las que, incluso sin poder manifestarnos físicamente, estamos llenando las redes de denuncias, artículos, posts... estamos presionando para que se haga justicia. Y con cada caso que se haga público, con cada caso donde las empresas o universidades no estén haciendo nada, allí estaremos, en sus puertas, en sus calles, y de nuevo frente al Ministerio de Justicia para reclamar que somos más las luchadoras que los consumidores de esos vídeos y fotos. Somos más y ponemos el cuerpo en cada manifestación mientras ellos se esconden para destrozar desde sus móviles a mujeres por el hecho de ser mujeres.

Fuerza, compañeras. Contactad con asociaciones feministas, con asesoras feministas, dejaos acompañar en este camino de mierda que os ha tocado atravesar, el mismo camino que atravesaremos mañana otras. Porque hoy os ha tocado a vosotras por una ruleta rusa en la que no hay que participar activamente, solo hay que ser mujer para que te toque la bala. No paséis por nada a solas o sintiéndoos culpable. No sois culpables absolutamente de nada, rodeaos de compañeras que os cubran las espaldas en estos momentos. Mañana seréis vosotras quienes nos acompañéis a otras. Así, juntas, hasta que caiga de una vez por todas todo este sistema podrido que permite, fomenta y deja impune a los de siempre. Y lo vamos a conseguir, porque no se va a caer, nosotras lo vamos a aplastar.

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