Monstruos Perfectos

Robbie Williams, 'lovin' the alien'

El cantante Robbie Williams –qué guapo, qué morbo– recibe visitas del espacio exterior. Así, como lo leéis. Él está en su casa de Los Angeles y de pronto, mientras compone, canta o graba, se le aparece en el jardín un enorme haz de luz negra. O una gran bola de aura dorada. Y no una, ni dos veces. Qué va. Robbie ha contado hasta cuatro encuentros en la tercera fase con despliegues luminotécnicos similares. Y un contacto con un extraterrestre cuando era niño, que de eso también se acuerda (¿quién no recuerda ese primer contacto infantil con el alien? ¿y ese traje de marinerito o aquel misal nacarado?)

Por eso, Robbie, que acaba de confesar todas sus experiencias con OVNIS en un programa de radio, se está pensando pasar bastante de su carrera musical para hacerse ufólogo –que viene hasta en el DRAE– y emular a Mulder y Scully, pero en solitario.

Conste que el músico sabe que la gente es muy mala, y que los periodistas –incluso las mamarrachas fumadoras con vitrinas en arriendo– nos vamos a burlar de él, a recomendarle una temporada en un centro de rehabilitación o una de esas fake Davidelfín que se abrochan a la espalda y estilizan tanto. Pero le da igual. Él ha descubierto que lo suyo es vocacional. Como la pintura para Carla Duval o la interpretación para Tori Spelling (Lara Dibildos, en versión doblada al español). Con la diferencia de que la ufología es mucho más auténtica. Dónde va a parar.

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