Monstruos Perfectos

Lo que Vidal no entiende

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Me temo que a César Vidal se le volvió a quemar la sopa de letras cuando afirmó rotundo que "Intentar cazar niños es uno de los objetivos del movimiento gay". Yo creo que lo más probable es que este popular locutor hubiera querido decir que "Intentar cazar niños gays es uno de los objetivos del movimiento". Del movimiento que se demuestra andando, o corriendo a hostias al chaval de modales afeminados o con una cadencia de voz que a los otros les resulta irrisoria; por mariquita, marica o maricón.

Supongo que en ese desorden de los factores, Vidal se ha perdido el significado del producto, que es sólo el póster que anuncia un festival de cine gay y lésbico donde aparece el rostro de un niño de cuya boca pende un termómetro. "Alguien nos quiere explicar qué tiene una criatura de siete u ocho años para convertirse en el icono del Festival de Cine de gays", pidió Vidal. Y yo, aunque no soy nadie, querría explicarle lo que creo que tiene esa criatura: miedo. Ese niño tiene tanto miedo a ir al colegio, le da tal pavor volver a ser vejado por sus compañeros a gritos de maricón, que quizás finge un resfriado que no tiene. Puede ser. Que con tan pocos años ese muchacho esté ya padeciendo el odio irracional y agresivo que despierta entre los otros su sexualidad, mucho antes de que vaya a empezar a disfrutar de ella.

Le aseguro, señor Vidal, que eso no es nada raro. A muchos nos sucedió, vivimos con ello. Y yo, además, me acuerdo.

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