El rincón del ñángara

Esperanza y su contexto

El año empieza en plan surrealista. Lo primero ha sido la visita a la cárcel de Segovia de Esperanza Aguirre para visitar a Angel Carromero y pedir una investigación internacional sobre el accidente de Cuba. Lo segundo, la entrevista del Rey en TVE, en la que no se habla ni de un tal Urdangarín, ni de los elefantes de Botsuana. El homenaje real a Kafka es antológico, pero el año no ha hecho más que empezar
Hasta el Partido Popular Europeo, en su última cumbre de Roma, había evitado los habituales llamamientos a restablecer "la libertad, la justicia y la democracia en Cuba". Esta vez habían decidido cortarse un poco, porque Carromero, vicesecretario general de Nuevas Generaciones, estaba desde el verano en una cárcel de la isla y el Gobierno español buscaba una salida "razonable". La salida consistía en que la acusación de la fiscalía cubana se limitase exclusivamente a las responsabilidades por el accidente, sin entrar en las cuestiones políticas que lo habían propiciado, que las había y eran muy serias. En definitiva Carromero y el sueco Jens Aron Modig, habían ido a Cuba a entregar dinero a los disidentes Oswaldo Payá y Harold Cepero para que continuasen hostigando al Gobierno cubano desde el minúsculo Movimiento Cristiano de Liberación. Dinero extranjero para actividades contra el orden constitucional cubano. Un asunto muy delicado en un país que técnicamente está en guerra con EE.UU, quien castiga a la población con un bloqueo ilegal que ya va para 43 años. Les podría haber pasado lo que a Allan Gross, un espía disfrazado de contratista de la USAID, según la justicia cubana, que cumple una larga condena en la isla. En fin, la situación de Carromero no era buena, de modo que desde los democristianos suecos hasta los populares españoles, pasando por gran parte de la reacción europea y por los fascistas de la FAES, optaron por guardar un consternado silencio sobre las perfidias del Gobierno cubano, hasta que las negociaciones llegasen a buen puerto. En estos meses, incluso Esperanza Aguirre, que había hecho de la Comunidad de Madrid una sucursal anticastrista de Miami, se quedó callada, mientras se iban descubriendo las cuentas de la antigua Caja Madrid, echaban a Rato, la echaban a ella y metían en el trullo a Díaz Ferrán, que tanto había influido para que Tamayo y Sáez, en los buenos tiempos, cambiasen el voto y ella resultase elegida presidenta, en medio de una operación más hedionda que la Gürtel.
Han sido unos meses extraños en los que el PP se ha olvidado de sus tradicionales enemigos. De Cuba, por el caso Carromero y de Chávez porque el Gobierno español está negociando un contrato para vender armas a Venezuela y aspira a que Caracas reedite la misión Navantia y encargue la construcción de algún buque a los astilleros de Cádiz
Lo cierto es que esta vez los cubanos fueron misericordiosos y finalmente condenaron a Carromero a 4 años de cárcel. Más o menos (según el artículo 142-1 del Código Penal), lo que le hubiera ocurrido en España, a un niñato que hubiera perdido todos los puntos del carnet de conducir y hubiera causado la muerte de dos personas por manejar un coche de forma temeraria. Este era exactamente el caso de Carromero. Sin rencores, los cubanos accedieron a la petición del Gobierno español, para que el condenado cumpliera la pena en una cárcel de su país. Sin rencores, porque fue el anterior Gobierno del PP, con Aznar a la cabeza, el que más activo se mostró para que la Unión Europea adoptara "la posición común sobre Cuba", que en definitiva era y es un apoyo al bloqueo de los usamericanos.

El buen rollo con Cuba no le va a la lidere SA (según la denomina su biógrafo no autorizado Alfredo Grimaldos). La Habana la acusa de desviar dinero de los contribuyentes madrileños para financiar organizaciones anticubanas. Algo de eso se puede confirmar en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid. También la acusa de mantener amistades peligrosas, como la de Carlos Alberto Montaner, Premio a la Tolerancia de la Comunidad de Madrid, al que la justicia cubana imputa actividades terroristas.
Esperanza le da a todos los palos. Los socialistas madrileños pusieron el grito en el cielo denunciando que la Comunidad de Madrid había subvencionado con 4.370.000 eu a la Fundación Iberoamericana- Europa Cipie (Fie-Cipie), cuando se enteraron de que estaba siendo investigada por el parlamento boliviano, porque sospechaba que tenía relación con las actividades terroristas de un grupo desarticulado en Santa Cruz. La comisión de investigación del parlamento boliviano seguía la pista a unos fondos enviados por la Fie –Cipie a la Cámara de Comercio de Santa Cruz, que forma parte del patronato de la organización y que es especialmente activa en la oposición contra Evo Morales.
Ana Botella fue en su día vicepresidenta de la Fie-Cipie y su marido, José María Aznar, a quién Fidel Castro llamaba "el führercito", un furibundo anticubano. Por cierto, que en los próximos días la Justicia española se pronunciará sobre el caso Sintel. ¿Se acuerdan?... Aquella empresa que el Gobierno de Aznar vendió al activista anticubano afincado en Miami, Mas Canosa, quien la llevó a la quiebra dejando a 900 trabajadores en el paro. Para los madrileños es inolvidable porque durante meses los trabajadores de Sintel estuvieron acampados en La Castellana.
Este es el contexto (solo una pequeña parte) en el que se ha producido la visita de Esperanza Aguirre a la cárcel de Carromero. De allí ha salido diciendo dos boutades. (El difunto Jesús Gil era tan patético, pero no tan ocurrente). Primero ha pedido una investigación internacional sobre el accidente. Ella sabe que los testigos, los propios implicados y las pruebas dejaron claro que lo que ocurrió en Cuba "fue un accidente", pero le ha querido meter el dedo en el ojo a García-Margallo que tan eficazmente había conseguido que las autoridades cubanas lo considerasen "sólo" un accidente. La segunda chorrada es que la prisión aislada de Carromero en Cuba había que considerarla como una tortura. Esto solo son ganas de confundir los conceptos. Para aclararlos: Prisión en aislamiento es, por ejemplo, la de Alfon. Tortura es, sin embargo, lo que hacen los moços de Catalunya, a los que el gobierno de su partido indulta.

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