El rincón del ñángara

Guía para asediar al Coletas

"Si piensas que la publicidad no sirve, considera los millones de personas que creen que el yogur es rico", reflexionaba David Ogilvy- que era un experto en la materia- cuando teorizaba sobre el poder de la propaganda y la publicidad. Una buena campaña hace milagros porque hay gente que es capaz de creerse cualquier cosa, independientemente de su veracidad.Eso piensan en el PP y en todos sus medios de comunicación, que son muchos, cuando se lanzan a calumniar a Pablo Iglesias.
Henry Ward ya dejó sentado en el siglo XIX que "ninguna prueba, ninguna rectificación ni desmentido puede anular el efecto de una publicidad bien hecha". Y en eso están. Harán mal en Podemos si resuelven que una campaña tan burda no merece ser enfrentada. Acuérdense de los trenes de Atocha y los años que ha estado presente en nuestras vidas la patraña sobre su autoría

Los principios de la propaganda son técnicas cuya eficacia no depende de que el mensaje sea verdadero o falso. Estos son algunos de los más conocidos:

El principio de la verosimilitud
La deformación es una técnica muy utilizada en el mundo de la propaganda. Todos los manuales la definen como una forma de mentir, que consiste en hablar de una cosa que existe pero caracterizándola de una manera falaz. Así el mensaje se hace verosímil, aunque no deja de ser falso. Por ejemplo, haber trabajado en Venezuela se deforma y se traduce por "estar a sueldo del gobierno chavista". El principio de la verosimilitud consiste en construir argumentos a partir de de informaciones fragmentarias.
Principio de la simplificación y del enemigo único
Se trata de algo elemental: la propaganda tiene que ser simple, sin pliegues ni conceptos complejos, para que el mensaje llegue directamente; para ello hay que adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo odioso. Algo tan simple como decir que Pablo Iglesias es defensor de ETA cumple perfectamente con la regla. Es verdad que una proposición de ese tipo puede parecer ridícula a mucha gente, pero a otros les parecerá por lo menos dudoso. Y aquí entra en juego otro de los grandes principios
Principio de la vulgarización
Toda propaganda debe ser popular y hay que adaptar el mensaje al menos inteligente de los individuos a los que va dirigido. Cuanto más grande sea la masa a convencer más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. Los propagandistas parten del convencimiento de que la capacidad receptiva del pueblo es limitada, su comprensión escasa y su facilidad para olvidar elevada. Las masas, como rebaños ignorantes, son capaces de tragarse cualquier historia por disparatada que sea. Empezamos diciendo que es amigo de los terroristas pero confiamos que al final de la campaña los más ignorantes de la parroquia terminen relacionando, al menos inconscientemente, a la coleta de Iglesias con el fantasma de ETA revivido para la ocasión Y en esto se apoya otra ley.
Principio de la transfusión
La propaganda opera siempre a partir de una idea preexistente, ya sea una mitología o un complejo de odios o prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que arraiguen en actitudes primitivas, en miedos atávicos e irracionales, en convicciones monolíticas. "Los gitanos son ladrones", dice el estereotipo ¿Qué más hay que explicar? Esa idea es suficiente para una sociedad en la que se ha asentado el racismo previamente.
"ETA no es más que una banda mafiosa cuyos militantes son pistoleros sedientos de sangre"; esta es una buena idea preexistente para asentar sobre ella el mensaje de la propaganda. ¿Para qué más análisis? Quien diga que su existencia tiene explicaciones políticas tiene que ser amigo de los terroristas. Y aquí enlazamos con otra ley
Principio del método de contagio.

Se trata de reunir a diversos adversarios en una sola categoría o en un solo individuo. Los adversarios han de constituirse en una suma individualizada. Por ejemplo: Pablo Iglesias es un defensor de ETA, a sueldo del gobierno bolivariano, que es aliado de Cuba y protege en Caracas a terroristas de todo pelaje, sobre todo a los de las FARC y a los vascos. Todo forma parte de un único círculo, de un único imaginario: ETA, la revolución bolivariana, Pablo Iglesias, las FARC, el terrorismo, Cuba...Lo que nos lleva a otra norma
Principio de orquestación.
La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. No vale desviarse del mensaje principal. Y esto se complementa con otro precepto.
Principio de la exageración
Es un clásico de la propaganda; se trata de convertir cualquier detalle, cualquier anécdota, por pequeña que sea, en un asunto grave. Por ejemplo: Iglesias participa como tertuliano en un programa de Hispan TV, lo que se divulga proclamando que está al servicio de los ayatollah. La exageración tiene una debilidad: es detectable por el gran público si se aísla, si se refiere solo a una circunstancia que el sujeto de la campaña puede explicar y desmontar; por eso no hay que darle tiempo. En esto consiste otro principio.
Principio de la renovación
Esta ley dice que hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal, que cuando el adversario responda, el público ya esté interesado en otra cosa. La respuesta del adversario nunca debe de poder contrarrestar el nivel creciente de los ataques. Se trata de que no tenga tiempo de enfrentar las acusaciones en avalancha: perroflauta, proetarra, separatista, mercenario del chavismo, agente de los iraníes, desarrapado, extremista, castrista... Lo que nos conduce a otra norma
Principio de la silenciación
Se busca anular la defensa que interpone la persona objeto de la campaña. Se trata de acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario. Las acusaciones se difunden a bombo y platillo y la defensa del agredido se transmite con sordina o fragmentada. De este modo se consigue hacer un gran ruido en el que los argumentos suenan mucho y los contra argumentos se oyen poco, provocando entre la gente una sensación de confusión. Una madeja indescifrable para la mayoría que suele desembocar en la idea de que "cuando el río suena agua lleva".
Principio de la transposición
Otro clásico. Consiste en proyectar en el adversario los propios errores y atacarle con los mismos argumentos con los que se es criticado."Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan". Por ejemplo: si eres de un partido muy corrompido y estás hundido hasta los ojos en la Gurtel, los sobresueldos, Bárcenas, Baltar, Matas, Bankia, Camps,Fabra... nada más ocurrente que acusar al de la coleta de haber trabajado en una fundación que factura sus servicios al gobierno venezolano, sin especificar si esto es normal o irregular. Y así llegamos al último principio
Principio de la unanimidad
Implica que la integración y la aprobación social del individuo dependen de que piense como los demás. Entran en juego la difusión de los mensajes con la coletilla de "todo el mundo sabe", "toda la gente está de acuerdo", sin aportar más pruebas y creando una falsa sensación de unanimidad.
Una mentira mil veces repetida se convierte en una verdad, decía Goebbels. No traigo a colación al nazi por casualidad. Estos son los once principios en los que asentaba sus campañas de propaganda. Se estudian en todas las escuelas de publicidad. Las prácticas se hacen en el PP.

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