Bulocracia

Un lugar llamado Bulo

En el mundo hay un lugar llamado Bulo. Y está a tomar viento. En Uganda, África. Es una pequeña población en la que confluyen varias carreteras de tierra situada en el centro del país, trece kilómetros al norte de la línea del ecuador.

Ignoro si de Bulo ha partido algún bulo. O de Uganda. De África, sí. Obviamente, uno es susceptible de ser estafado por personas de cualquier raza, nacionalidad y condición. Pero como la cosa a veces va por gremios, no debemos olvidarnos de los timos africanos, algunos de ellos estúpidos hasta la carcajada, como lo que afirma este personaje, que por 100 euros te repara el ordenador por telepatía.

Un lugar llamado Bulo

El bulo clásico entre los clásicos con África como protagonista tiene nombre propio, son las Cartas Nigerianas, que nacieron con el correo electrónico. Y entre todas ellas, el no va más es la carta de Amina Kipkalya Kones. Correos electrónicos de personas de todo el planeta han recibido el email en inglés o mal traducido a otras lenguas de esta mujer con su fantástica y larga historia, en la que solo falta un incauto, y eso quieren.

Amina tiene 24 años, ahora y desde hace una década, y se supone que escribe ella personalmente la carta nigeriana que se recibe por email. Aunque ella, en principio, es keniana.

Esta chica cuenta una historia que recuerda un poco a El Rey León, porque su padre muere y al final su tío es malo, y la amenaza con matarla y luego secuestrarla, y no al revés, que hubiese tenido más lógica.

Dice Amina en su carta, básicamente, que está fatal porque su padre, que era ministro, y un colega de él, también alto cargo ministerial, murieron al estrellarse en una avioneta Cessna 210, dejando su padre más de 22 millones de dólares y varias piezas de oro de su propiedad bajo la custodia de una empresa de seguridad de Burkina Faso. Pero su tío se las ingenió para hacerse con la fortuna de su padre y la puso a disposición de un italiano que la iba a invertir por el mundo...

El caso es que llegado un momento, tú, que has recibido el email, tienes que facilitar tus datos y los números de tus cuentas bancarias a Amina para salvarle la vida y quedarte con todo lo que acumuló su padre y con la propia Amina, que te querrá siempre si la ayudas.

Amina, Richel, Sucess, Stela o Susan Kipkalya Kones, o Amina Justin Yak; de Kenia, Sudán, Benín, Somalia o Burkina Faso. Google está lleno de falsas pruebas de la existencia de esta mujer y de su historia.
Un lugar llamado Bulo
Un lugar llamado Bulo
Este bulo es una historia tremenda, con muchos capítulos, exportado con éxito a todo el mundo. Aunque al final solo quieren dinero. Las cartas nigerianas más actuales ya no hablan de África, supuestamente llegan de otros lugares, como Afganistán o Irak, y no solo por email, también por WhatsApp o Facebook. En cualquier caso, el objetivo sigue siendo hacer caja a costa de un infeliz que se cree que va a recibir una fortuna.

Profesores y maestros

Al margen de su más que discutible efectividad, el mundo de los videntes milagrosos, sean de donde sean, sale caro. Algunos se conforman con lucrarse a través de líneas telefónicas, lo cual es legal, pero cuidado con los que aseguran que curan el cáncer, el sida o la impotencia, especialmente si prometen hacerlo a distancia.
Quienes creen en estas cosas encontraron hace unos años en los videntes africanos un nuevo filón, más que nada por lo novedoso, exótico y desconocido. Y los propios videntes africanos aún más, así que comenzaron a proliferar, colándose entre los anuncios clasificados de los periódicos para prometer que lo arreglan todo: enfermedades, problemas económicos, recuperar a la persona amada...
Un lugar llamado Bulo
WhatsApp y los pasquines callejeros son ahora los soportes favoritos para los reclamos de los videntes africanos, que ahí siguen pese a haber ido perdiendo fuerza a medida que eran detenidos muchos de los que no se conformaban solo con cien euros por sesión.
Se cuentan por docenas los supuestos videntes africanos detenidos en toda España, la mayoría por estafa. Algunos, como el maestro Mamadu o el profesor Kunate, acumulan estafas por valor de más de 100.000 euros cada uno. Lo sorprendente es que estos presuntos videntes africanos sigan teniendo tanto publico.

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