Buzón de Voz

La reforma de las finanzas y la oración del atracador

"Señor, dame salud y fuerza, que lo demás ya lo iré robando yo". Es la oración del atracador, la que vienen entonando los grandes especuladores desde que estalló la madre de todas las crisis. Y el dios de las finanzas siempre escucha a sus fieles. A punto de cumplirse un año de aquel G-20 en el que Sarkozy y Gordon Brown, Angela Merkel y Zapatero proclamaban la necesidad de una refundación del capitalismo, ya poco se oye hablar de paraísos fiscales, bonus escandalosos, hedge funds piramidales o hipotecas basura. Vuelve a escucharse, por contra, la cantinela del peligroso déficit público, el endeudamiento que pagarán nuestros nietos, las urgentes reformas laborales y la quiebra del sistema de pensiones.

A Bernard Madoff, el Dioni de Wall Street, le ha roto las narices y tres costillas un colega de prisión al que debía dinero. A Pak Nam-Gi, responsable de Finanzas del partido único de Corea del Norte, lo han fusilado "por llevar a la ruina la economía del país de forma planificada". Hay reclusos y gobiernos que no aguantan una broma. Por lo demás, algunos de los causantes de la crisis y otros que ni la olieron venir se dedican sin pudor a criticar a los estados por endeudarse para evitar la ruina de los mercados. Y los gobernantes, sin distinción ideológica, parecen bajar la cerviz como alumnos que han hecho pellas. Aún es hora de reivindicar la necesidad de la política en democracia. No es posible que los atracadores siempre tengan razón.

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