Buzón de Voz

Armas de verdadera destrucción masiva

Efectivamente: los seis barcos que formaban la llamada Flotilla de la Libertad, atacados ayer salvajemente por la Armada israelí en aguas internacionales, iban cargados de armas de destrucción masiva. Llevaban libros de relatos escritos por niños sobre las penurias de los refugiados, plantas potabilizadoras, medicinas, materiales de construcción... En total, 10.000 toneladas de ayuda humanitaria en manos de 750 individuos peligrosos de 60 nacionalidades distintas. Cooperantes, pacifistas, parlamentarios, médicos, periodistas... incluso una premio Nobel de la Paz. Y el escritor Henning Mankell, altamente sospechoso como autor de la serie de novela negra protagonizada por el detective Wallander. El abordaje ejecutado ayer por el Ejército israelí causó la muerte de al menos nueve activistas que pretendían saltarse el bloqueo al que está sometida la población civil de Gaza. Los militares israelíes dicen que encontraron en los barcos "cuchillos y palos", pero las armas sin duda más destructivas de esa Flotilla de la Libertad eran los argumentos, la solidaridad, la palabra. Había que desactivar esos arsenales flotantes sin que pudieran tomar tierra palestina, porque el terror de la razón se propaga a mayor velocidad que los misiles.

Israel lleva décadas burlándose de la comunidad internacional en nombre de su propia seguridad. En la madrugada de ayer sumó al menos nueve asesinatos a su larga lista de crímenes contra la humanidad.

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