Buzón de Voz

Nadie ha elegido al Club Bilderberg

Una vez descontadas las dosis (elevadas) de esoterismo e intriga que envuelven al llamado Club Bilderberg, lo cierto es que el racimo de personalidades reunidas estos días en un lujoso hotel de Sitges cumple todos los requisitos para atraer la atención mundial. Conviene distinguir entre miembros e invitados de este selectísimo foro cuyo cónclave anual congrega desde 1954 a una fauna heterogénea en la que destacan presidentes de multinacionales, dueños de grandes bancos, políticos en activo o retirados, altos ejecutivos, expertos en economía o energía, diplomáticos, presidentes de repúblicas, reyes y reinas. Decir que son los "dueños del mundo" y quienes marcan el rumbo inmediato de la humanidad es bastante exagerado.

Cuesta imaginar que los destinos de la globalización puedan estar en manos de la reina Sofía o de Henry Kissinger. Lo cual no es óbice para temer los resultados de esas conversaciones en la tercera fase cuya característica principal es el secreto absoluto sobre su contenido. Que a la confidencia se dediquen unos multimillonarios en los recesos de sus partidas de golf suscita curiosidad, pero no merece mayor comentario. Que al Club Bilderberg acudan políticos y altos cargos en el ejercicio de sus funciones es otra cosa: los ciudadanos los han votado y pagan sus sueldos y sus gastos, así que tienen todo el derecho a conocer lo que piensan y opinan sobre cualquier materia de interés público. Al Club Bilderberg nadie lo ha elegido.

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