Buzón de Voz

Demagogia y austeridad

Esta carrera desbocada por ver qué gobierno o partido político puede presentar más medallas en favor de la austeridad hará un flaco favor al interés público, precisamente el que debería ser máxima prioridad en la vocación política. Dicen que Zapatero baraja la posibilidad de reducir casi a la mitad el número de ministerios en una próxima remodelación. La crisis y la obsesión europea por reducir el déficit parecen llevar al Ejecutivo a dar ejemplo de austeridad franciscana. A este paso, cuando estalle la siguiente burbuja no quedará otro remedio que renunciar a la existencia misma del gobierno, lo cual haría plenamente felices a los voraces mercados. Si la cosa pública quedara en sus manos, aquí no habría partidos ni sindicatos ni órgano ni organillo elegido democráticamente. Los sabios y puros gestores se bastan solitos para manejar los intereses de todos, y especialmente los suyos propios.

El discurso de la exigencia de máxima austeridad es uno de los ejes de la estrategia del PP para recuperar el poder. Rajoy ha puesto muchas veces como ejemplos de administraciones eficaces las que dirigen Núñez Feijóo en Galicia y Esperanza Aguirre en Madrid. Ni el uno ni la otra resisten la prueba del algodón contra el despilfarro, lo cual tampoco sorprende demasiado cuando la coherencia importa poco. Se está haciendo mucha demagogia sobre el gasto público en lugar de aplicar medidas que hagan cada día más eficaces las administraciones estatales y autonómicas.

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