Buzón de Voz

Aguirre hila más fino

La tendencia de esta temporada otoño-invierno consiste en atizar a los sindicatos sin contemplación, una moda a la que se apuntan en tropel políticos y analistas conservadores de forma recurrente. Habían intentado resistir la tentación a la vista del desgaste que la huelga general en marcha puede suponer para el Gobierno. Antes del verano, el Partido Popular incluso amagó con reconvertirse en partido de los trabajadores. Pero el traje de defensor de los más desfavorecidos le ajusta tan mal que no puede lucirlo durante mucho tiempo. Ha sido una vez más Esperanza Aguirre quien ha recuperado el vestuario original, no sólo porque disfrute imitando a su idolatrada Margaret Thatcher en la cruzada antisindical, sino porque así vuelve a marcarle la agenda a Mariano Rajoy.

La pretensión de reducir el número de liberados sindicales en las administraciones públicas madrileñas podría interpretarse como una prueba más del desprecio de Aguirre hacia el papel de los sindicatos. No habría entonces mayor novedad en el uso de la demagogia para conectar con esa parte del electorado que identifica sindicalismo con holgazanería. Pero la presidenta hila más fino. El debate parlamentario sobre el estado de Madrid coincidía con la plena ebullición de las primarias socialistas, y Aguirre necesitaba colocar los focos mediáticos lejos del caso Gürtel, del deterioro de la sanidad o de la educación, de las tropelías urbanísticas... y, ¡zas!, aparecen los liberados sindicales.

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