Buzón de Voz

Chocolate, fiambres, sexo y política

El psicólogo del conocimiento Terry Horne y el bioquímico Simon Wootton acaban de publicar un amplio estudio en el que intentan demostrar que la capacidad cerebral no depende exclusivamente de los genes, sino que el estilo de vida ayuda decisivamente a potenciar las cualidades mentales. Según estos reconocidos expertos, citados por Reuters, el chocolate negro, los embutidos y el sexo son medicinas muy recomendables para mantener las condiciones químicas necesarias en un cerebro ágil y una inteligencia creadora. Llama la atención que, por una vez, la ciencia cante las excelencias de alimentos ricos y prácticas divertidas, a menudo condenadas como vicios peligrosísimos. Horne y Wootton recomiendan especialmente su sabrosa dieta a individuos estresados y sometidos a la presión de una alta responsabilidad. Es decir, se trata de un régimen teóricamente idóneo para líderes políticos.

Nuestros presidentes de Gobierno (hasta ahora, por desgracia, no hemos podido elegir a una presidenta) se han caracterizado por unos gustos bastante simples en lo que a estilo de vida se refiere. Adolfo Suárez podía aguantar semanas a base de tortilla francesa, unas lonchas de jamón, tabaco negro, algún partido de tenis y varias horas de mus. Leopoldo Calvo-Sotelo no estuvo en la Moncloa el tiempo suficiente para instalar costumbres propias, pero se sabe que siempre ha preferido un piano de cola a una buena mesa. Le gusta lo que ahora llaman dieta atlántica (gallega), jugar al tenis y al ajedrez, aunque, a diferencia de Suárez, un libro le basta como compañía. Felipe González sigue disfrutando más la sobremesa que los platos previos, a no ser que el cocinero sea él mismo, afición que ha ido creciendo con el tiempo. La pesca, la jardinería, la lectura y los puros habanos completan un estilo de vida en el que la dialéctica agita el cerebro más que las chocolatinas. José María Aznar podría vivir en una isla desierta a base de filetes a la plancha y Ribera del Duero, siempre que pudiera construirse una cancha de paddle y recibir puros de su denostado Fidel.

Puntos comunes

Aunque Zapatero y Rajoy parezcan vivir, pensar y sentir cada cual en un planeta distinto, comparten algunos rasgos que quizás tengan más que ver con el ejercicio de la política que con la personalidad individual. Y no sólo se trata de las cosas de comer. Zapatero recuerda a Suárez en sus gustos culinarios. Con un poco de jamón, una tortilla y cocacola o cerveza tira millas. Pocas, pero algunas millas camina por el monte de vez en cuando. Rajoy directamente no cena. Para controlar el peso, intenta acostarse temprano, desayunar bastante fruta y moderarse en los almuerzos de trabajo. Ha reducido el consumo de puros como Zapatero el de cigarrillos rubios. Ambos se meten un ‘chute’ de frutos secos, una de esas bolsitas de almendras o avellanas, cuando la tensión baja más de la cuenta.

Aunque hay mucha distancia entre la pasión política de Zapatero y la pachorra gallega de Rajoy, ambos se caracterizan –según sus colaboradores– por unas formas exquisitas con la gente que les rodea. Nadie recuerda un grito o una bronca a un subordinado. En la práctica diaria, los dos piden papeles sobre el mismo asunto a gente distinta, y finalmente sueltan el mensaje o discurso que les peta. Lo cual provoca más de un lío. Esta misma semana, en la sede del PP aún no entienden por qué su líder salió diciendo que no pensaba acudir a ningún debate electoral en TVE, para tener que rectificar a los dos días. O proclamar que quería tres debates, justo en vísperas de que José Blanco y Pío García Escudero pactaran dos cara a cara entre Zapatero y Rajoy.

Los dos tienen un primo sabio. El presidente del PP hizo famoso al suyo, José Javier Brey, a cuenta  del patinazo sobre la veracidad o no del cambio climático. El de Zapatero, José Miguel Vidal, trabaja en La Moncloa como asesor y hasta ahora ha tenido la suerte de que el presidente no le ha adjudicado públicamente una ocurrencia. En el reciente libro de Suso de Toro sobre el presidente, Vidal retrata de forma muy gráfica a su primo: "Un tipo audaz con intuición, con información, que no para de darle vueltas a la cabeza para hacer jugadas. Es un contrincante muy peligroso; yo me pongo en el lugar de Rajoy y es una putada tener a un tío así  enfrente haciendo jugadas todo el día". Hay que suponer que Vidal utiliza esa expresión por la afición de Zapatero al ajedrez.

Entramos de lleno en precampaña electoral y conviene conocer a fondo a los candidatos. Su estilo de vida, sus capacidades  y su forma de hacer política. El lector, siempre más perspicaz que el arriba firmante, se preguntará por la tercera receta del tratamiento: "¿Y qué hay del sexo?" Pues... de sexo mejor ni hablamos.

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