Buzón de Voz

Los debates y el negocio

Si nos creemos que todo el mundo es sincero en las encuestas y que no hay una conspiración ciudadana global para aportar tensión y dramatismo a la campaña, hemos de concluir que los cara a cara televisados entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy serán decisivos en los resultados del 9 de marzo. Ya es mucho creer, la verdad, pero esa situación de empate técnico ligeramente inclinado en favor del PSOE justificaría el culebrón negociador entre José Blanco y Pío García Escudero para acordar el dónde y el cómo de los debates ya confirmados para el 25 de febrero y el 3 de marzo. Las disputas, sin embargo, han obedecido a otras razones.

Todo empezó con unas posiciones bastante claras sobre la mesa. Después de acordar los contenidos concretos a debatir y los bloques de tiempo dedicados a cada tema, llegó el momento de hablar de la cadena o cadenas que emitirían los dos duelos. Y no les pareció excesivamente difícil a los responsables de las conversaciones. A nadie extrañaría que el primero se celebrase en TVE y el segundo en Antena 3. La primera, además de ser pública, es líder de audiencia en los informativos; la segunda, privada, se sitúa en cabeza con el telediario estrella en la franja más vista, a las nueve de la noche. El PP se niega a acudir a la pública, puesto que lleva cuatro años calificándola de gubernamental y esa cesión equivaldría a reconocer que TVE es mucho más pública que en las anteriores legislaturas.

Enterado del posible reparto Paolo Vasile, consejero delegado de Tele 5, monta en cólera y recuerda a quien le quiera oir, y también al que no quiera, que la cadena española de Berlusconi es la número uno en audiencia global, la que suma todas las franjas horarias, y le importa un rábano si esa audiencia viene de Los Serrano, de Supervivientes, de Aída o de La mirada crítica. Cuando alguien le pregunta por la posición ideológica de Tele 5, Vasile siempre responde que su cadena no es independiente sino "indiferente" respecto a la política. Las prioridades del romano Vasile son la audiencia y la cuenta de resultados, objetivos que le asemejan bastante a su directo competidor de Antena 3, el florentino Maurizio Carlotti.

Las presiones

Tanto el romano como el florentino trasmiten de inmediato a PSOE y PP su clarísima intención de no renunciar a los debates. ¿Y por qué si, al menos en el caso de uno de ellos, no considera la política como asunto de interés para su cadena? La explicación es sencilla y contiene los mismos ingredientes del menú que tanto gusta a los popes italianos de las televisiones. Una cosa es la
política del día a día y otra muy distinta los primeros cara a cara, después de 15 años, entre los candidatos a la presidencia del Gobierno. Pese a que PSOE y PP pactaron que cada debate dure 90 minutos sin ninguna interrupción para la publicidad, el espacio sería un gran negocio, porque la cadena que lo emitiese en exclusiva se llevaría un 60 o 70% de la audiencia, bonitas porciones publicitarias antes y después del programa y algo muy importante: un empujón fantástico para la imagen y marca de ese canal.

La firme insistencia de Vasile y Carlotti, unida al interés por denostar a la televisión pública, han llevado al PP durante semanas a rechazar todas y cada una de las propuestas que el PSOE iba poniendo sobre la mesa. Tele 5 llegó a suspender cualquier participación de políticos socialistas o de la derecha en sus programas mientras no se resolviera la adjudicación de los debates. Finalmente, Rajoy y Pío García Escudero consideraron el jueves que ya no había margen para mantener el bloqueo, cuando el PSOE ofrecía el terreno "neutral" de la Academia de Televisión y señal abierta para todas las cadenas que deseen emitir. Con la fórmula finalmente consensuada, el negocio ya no es tan interesante para Tele 5 y Antena 3. La audiencia estará mucho más repartida y la imagen de marca se diluye.

A Vasile y Carlotti les gustaría mucho más que se aplicara el sistema norteamericano, con larga tradición en debates cara a cara. Tres cadenas con cobertura nacional, tres debates. Gran negocio para todas. Uno para cada cual, celebrado en un foro académico o cultural. La comisión organizadora de los debates no la forman los Blanco o García Escudero de los demócratas y republicanos, sino nada menos que los últimos presidentes de Estados Unidos. En 2004 sólo dos participaron en la comisión, Bill Clinton y Jimmy Carter, porque Reagan ya había muerto y Bush padre no podía ser imparcial. Lo mismo le ocurrirá este año a Clinton si Hillary llega a ser candidata.

¿Se imaginan aquí a Felipe González, Aznar y Manuel Campo Vidal negociando los debates de Zapatero y Rajoy? Extraño túnel del tiempo.

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