Buzón de Voz

Cuando casi todo es provisional

La política española está en funciones. Es lo que ocurre después de unas elecciones generales, pero esta vez más que nunca. Y no sólo por el hecho de que hasta el martes no se constituyen oficialmente las Cortes y hasta la semana siguiente no tomará posesión el nuevo Gobierno. En esta ocasión, por razones ajenas al calendario legal, un viento de provisionalidad azota tanto la estructura del Ejecutivo como las filas de la oposición.

Es verdad que Zapatero dejó claro, antes incluso de las elecciones, que mantendría a Solbes y De la Vega en las dos vicepresidencias del Gobierno y que no crearía ninguna más. Pero también anticipó (precisamente en Público) que pretendía cambiar la estructura del Ejecutivo para dotarle de mayor eficacia y para dar el peso correspondiente a materias clave en el futuro del país. Si a ese anuncio, que ya de por sí crea cierto suspense ante la formación de un nuevo Gobierno, añadimos su compromiso con la paridad, es lógico que entre los ministros en funciones y los supuestos ministrables haya muchos a los que no les llega la camisa al cuello.

Además, ya se sabe que todo presidente del Gobierno disfruta como un enano a la hora de armar un puzle en el que siempre se guarda algunas fichas sorpresa. Se trata de una demostración de poder y de un ejercicio de audacia.
Hasta ahí, nada que no hayamos vivido en anteriores resacas electorales. Pero esta legislatura parece predestinada a quedar partida en dos mitades. Uno de los pocos miembros del Gobierno confirmado oficiosamente en su actual puesto reconoce que Zapatero ha trasladado a su entorno más directo que el equipo que está a punto de nombrar tiene fecha de caducidad en 2010, tras el semestre de presidencia española de la Unión Europea. Otras fuentes socialistas sostienen que ese plazo es el comprometido, por ejemplo, con Pedro Solbes, que luego tendrá libertad para continuar o jubilarse; o con José Blanco, que en esa misma fecha decidirá su propio futuro.

Maldito silencio

De modo que en los próximos días iremos conociendo una alineación titular que tiene dos años de contrato para afrontar como prioridad una desaceleración económica que pone fin al mejor ciclo vivido en democracia. Esa provisionalidad conlleva, obviamente, el mantenimiento de cierta tensión en el banquillo, puesto que también suenan nombres masculinos y femeninos que ya habrían sido tocados por Zapatero para incorporarse a la primera plantilla en 2010.

En el Partido Popular, la incertidumbre es aún más intensa. Desde que Mariano Rajoy regresó de sus vacaciones caribeñas, sólo ha salido del despacho oficial en tres ocasiones: para firmar en el Congreso el papeleo oficial como diputado, para asistir a la misa funeral por Rogelio Baón y, ayer, para recorrer en Calahorra las ruinas de la casa cuartel atacada por ETA. En la localidad riojana, aseguró el presidente del PP que ya tiene decididos los nombres de los portavoces en el Congreso y en el Senado, pero que ni siquiera ellos (o ellas, o mitad y mitad) lo saben ni lo sabrán hasta que el lunes informe a la Junta
Directiva Nacional del partido.

Cada cual es dueño de administrar sus silencios, pero en las filas del PP no pocos se quejan de la costumbre rajoyniana de echar una pensada a casi todo y eternizar la respuesta a los problemas del partido. Cuando un líder permanece callado, se escuchan con más volumen otras voces en su entorno. En los últimos días, han sonado con claridad peticiones de renovación de dirigentes y de discurso por parte de líderes del PP en Catalunya y en el País Vasco. Un diputado catalán lo explica en privado sin florituras: "Mira, está muy bien que Rajoy continúe porque evita poner el foco en una pelea por la sucesión en el liderazgo del partido, pero lo más importante sería analizar de forma autocrítica los resultados del 9-M y tengo serias dudas de que lo hagamos".

A juicio de este diputado ("No pongas mi nombre, que Federico me abrasa"), el PP debe asumir que le resultará casi imposible volver al poder si no modera sensiblemente su discurso en Catalunya y País Vasco, "donde los sectores que podrían votar al PP nos perciben como extraterrestres".

Pese al solemne anuncio de continuidad de Rajoy, los ataques sin piedad que recibe a diario de los medios afines y la irritación contenida que provocan sus silencios abonan también el clima de provisionalidad en el PP. El lunes, empezaremos a ver por dónde apunta el líder de la oposición, pero un miembro de la dirección nacional reconoce que, como ocurre con los plazos del Gobierno, "nadie puede asegurar que la verdadera renovación de caras e ideas en el PP no se produzca hasta 2010 ó 2011". Con Rajoy como candidato. O no.

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