Buzón de Voz

La última oportunidad para Occidente

La explosión que vive Egipto quizás sea la última oportunidad de Occidente para abandonar su bochornoso papel como amigo y aliado de oligarquías crueles y corruptas en el mundo árabe. Si Estados Unidos y Europa ayudan a Hosni Mubarak a sostenerse en el poder hasta septiembre con la recurrente excusa de controlar los riesgos de un ascenso del islamismo radical, parece evidente que el efecto será el contrario. Ni Mubarak ni Omar Suleimán, militar encargado durante años de la durísima represión de la dictadura, pueden pilotar un diálogo con sus víctimas para abrir un proceso democrático mínimamente creíble. El hecho de que el director de la CIA anunciara ayer la inminente dimisión de Mubarak horas antes de que el rais se aferrara de nuevo al sillón vuelve a ridiculizar la cacareada influencia de Estados Unidos y la capacidad de sus servicios de inteligencia. El apoyo a una "transición pacífica y ordenada" hacia la democracia que ahora proclaman los dirigentes occidentales sólo puede sonar a trámite diplomático entre los centenares de miles de jóvenes que se están jugando la vida en las calles para forzar el cambio. El empeño de Mubarak en prolongar la agonía de su régimen delegando poderes en Suleimán eleva la tentación represiva de algún sector del Ejército. Un baño de sangre sería la excusa que buscan los extremistas de todo signo. Occidente, por su parte, se está jugando cualquier resto de credibilidad entre la población árabe.

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