Buzón de Voz

Rajoy pisa arenas movedizas

Los más sesudos analistas y las fuentes menos contaminantes de las distintas familias del Partido Popular coinciden en una conclusión: Javier Arenas es el hombre fuerte de la nueva etapa emprendida por Mariano Rajoy. Y debe de ser tan cierto como que ayer por la tarde Ángel Acebes quiso ser la voz de los derrotados en este XVI Congreso Nacional del PP. Ambos enunciados contienen una diferencia esencial: sobre el primero disponemos de indicios fundamentados, aunque la política es una ciencia absolutamente inexacta y susceptible de cambio permanente; sobre el segundo tenemos la evidencia de la voz inconfundible del propio Acebes, que hilvanó un discurso de claridad meridiana, una defensa de cabo a rabo de los últimos cuatro años de oposición crispada. Vayamos por partes.

Javier Arenas (sevillano de Triana, adolescente en Cádiz, de juventud en la UCD y madurez aznarista) es señalado desde todos los rincones críticos del PP como el principal cerebro y muñidor del proclamado giro al centro que Mariano Rajoy emprendió tras la derrota del 9 de marzo. Así lo sostienen los liberales de Esperanza Aguirre, los moderados de Juan Costa, los antinacionalistas de Mayor Oreja y los federicos del entorno mediático de la derecha. Hasta las fuentes del PSOE y del Gobierno mejor relacionadas con la oposición coinciden en otorgar ese protagonismo a Javier Arenas.

Por si no sobraran indicios de su creciente influencia, en los días previos al congreso de Valencia se han acumulado varios. Rajoy desveló una de las ya escasas incógnitas que quedaban por despejar: los nombres del cuarteto que formará el núcleo duro de la dirección del PP junto a los portavoces parlamentarios, Soraya Sáenz de Santamaría y Pío García Escudero. La designación de María Dolores de Cospedal como secretaria general y del propio Arenas, González Pons y Ana Mato como vicesecretarios confirman la ascendencia del andaluz. Tanto Cospedal como Mato han sido estrechas colaboradoras de Arenas, y sólo el nombre de González Pons se interpreta como una cesión a otro barón del partido, el valenciano Francisco Camps.

No puede ser casual (casi nada lo es en política) que el propio Arenas ocupe precisamente la Vicesecretaría Territorial. Una de las señas de identidad del supuesto cambio que Rajoy quiere imponer en el PP es el que se refiere a la relación con los nacionalistas y a la radicalidad del mensaje sobre la estructura del Estado español. Esa apuesta le ha costado ya la fuga de María San Gil y la consiguiente indignación de Mayor Oreja y del ex patrón, José María Aznar. Se trata de dejar de asustar al personal en Catalunya y en el País Vasco, donde el 9-M la derecha se estrelló y donde se juega mayormente la posibilidad de recuperar algún día el Gobierno central. El discurso contra el Estatut, eje fundamental de la oposición de los últimos cuatro años, fue aparcado por Arenas en la negociación del nuevo estatuto de autonomía de Andalucía, donde también se habla de nación y donde se copian sin pudor artículos enteros del texto catalán que el PP tiene recurrido ante el Tribunal Constitucional.

Con pedigrí

El traje centrista, dialogante y simpático le viene a Arenas de lejos. Lo aprendió en UCD de la mano de Manuel Clavero y de Fernández Miranda, y lo lució con éxito como ministro de Trabajo en la primera legislatura de Aznar. Sólo se recuerda un borrón en su talante: aquella nefasta noche del 6 de junio de 1993, cuando proclamó que la victoria electoral de Felipe González había sido "un pucherazo". Para compensarlo, anteayer se despachó con un mensaje valiente y rotundo: "la ultraderecha no cabe en el PP".

Quienes conocen la habilidad política de Arenas confían en la sinceridad de su centrismo, aunque dudan que apueste ciega y exclusivamente por Mariano Rajoy como futuro candidato a la presidencia del Gobierno. Lloverá mucho de aquí a 2011, y Esperanza Aguirre, Camps y unos cuantos más esperarán otra oportunidad. Rajoy, por mucho empeño que le ponga, es el eslabón más débil en la credibilidad del giro del PP. Al fin y al cabo, la memoria y la hemeroteca atestiguan que lideró durante cuatro años la oposición más extrema y a menudo irresponsable de la historia reciente.

Angel Acebes defendió ayer exactamente esa política que hasta anteayer encabezó Rajoy. Se despedía y se desahogaba. Dijo muy clarito lo que probablemente Aznar esta tarde exprese con mayor diplomacia. Incluso deslizó un aviso a navegantes: "He dado la cara por el PP cuando me correspondía y a veces cuando no me correspondía". El gesto de Rajoy como escuchante lo decía todo.

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